APARTAMENTO DE ÉDGAR MIGUEL. —Evaluna no acepto un no, tú te quedas conmigo, además tenemos tiempo que no compartimos el mismo techo, así que vas a pasar unos días conmigo, si quieres vamos a tu apartamento a buscar ropa yo te acompaño. Me quedo viendo a mi amigo y él de inmediato me extiende sus brazos, yo me cobijo en ellos. —Llora amiga, no te detengas, sé que lo quieres hacer. Allí en sus brazos lloré como una niña, Édgar Miguel pacientemente esperó que yo me calmara. —Amigo, él aún ama a Julia. —¿Por qué lo dices? —Fue muy claro conmigo, estaba dolido porque Julia estaba pasando trabajo por su culpa, no le importó que ella le disparó, sólo está preocupado por ella. Me dijo que él tenía la culpa de todo, por eso teníamos que terminar, sabes lo que pienso, que él nunca me quiso, yo solo fui el instrumento para él olvidarse de Julia, pero no lo consiguió por eso decidió romper conmigo. Amigo, sólo sirvo para esto, para que me utilice
MADRID: HOSPITAL. —Buenas noches Édgar Miguel. —Hola Juan Carlos, ¿Cómo te sientes? ¿Aún estás en el hospital? —Si. —¡Caramba!, ya ha pasado mucho tiempo, es hora que te den el alta. —Creo que dentro de poco me voy. —Ya deberías estar en tu casa, a menos que te hayas complicado, ¿te sientes bien? —Sí amigo yo estoy bien, Édgar hablame de Evaluna. —Bueno vas a seguir con eso, no quedaste con ella en seguir cada uno con su vida. —Sí lo sé, pero no puedo, necesito saber, ¿qué hace?, ¿dónde está?, ¿con quién anda? —¿Para qué? Con eso lo que consigues es torturarte. —No importa, pero necesito saber. —Está bien, te lo voy a decir, pero no te va a gustar. —Habla. —Gael fue a visitarla. —¿Ella no está en tu apartamento? —No, ella durmió solo una noche conmigo, después se fue para su apartamento. —¡Maldita sea! ¿Gael a qué fue? —No lo sé, no me quiso decir nada, ella está muy extraña, me dijo que aho
CASA DE LOS OLIVEIRA. Ahora con que cara veo a Evaluna, ese hombre no sólo la engañó a ella, también me engañó a mí, como pudo, es un desalmado, no tiene corazón, no merece ser padre, bueno por lo que escuché el no quiere a ese niño, siempre estuvo persiguiendo nuestra fortuna, con razón tanto despego, no le importó si Evaluna lo dejaba solo por tanto tiempo, claro eso le daba oportunidad para él divertirse con sus amantes, porque estoy segura que tenía varias amantes resta saber si tiene hijos regados por allí. De seguro sus padres sabían esto y los muy hipócritas me decían que estaban sumamente preocupados por su hijo, vivía en una tristeza desde que Evaluna canceló la boda, pero ellos no se van a reír de nosotros, ya verán. —Luciana qué haces en esta sala en penumbras y ya veo que estás tomando, ¿quieres que te acompañe? —Hola amor, ven abrázame, necesito un abrazo tuyo. —¿Qué te pasa amor? ¿Te sientes mal? —Pasa que soy una estúpida señora
APARTAMENTO DE EVALUNA. —Buenos días hija. —¡Mamá!, ¡qué sorpresa! no esperaba tu visita, buenos días, pasa adelante. La mujer que entró a mi apartamento, no era la misma de días anteriores, noto en ella una tristeza en su cara, no sé si son imaginaciones mía, pero la veo un poco más envejecida, su mirada está perdida, al entrar me da un abrazo y un beso en mi mejilla, ¿desde cuándo mi mamá no me daba un beso?, no lo sé, pero la sentí sincera, me gustó la calidez de su abrazo, hacía mucho tiempo que no la sentía como mi madre. Tratando de calmar mis nervios productos por la emoción del momento, le pregunto: —¿ Quieres un café, o prefieres un té? Tengo un té que estoy segura te va a gustar. —Me gustaría ese té, yo te ayudo. Preparamos el té y nos sentamos en la terraza del apartamento a tomarnos el té. —Me gusta este lugar, acá se respira la brisa de la mañana, se siente muy bien aspirando el aroma y mirando los autos y las personas que tran
MADRID. HOSPITAL. —Ya estoy cansado de tanto estar tirado en esta cama, al parecer Julia resultó más inteligente de lo que nosotros pensábamos, Juan Carlos tienes que calmarte todo esto es por Evaluna, está pesadilla tiene que terminar. Mejor me pongo a mirar la Tv, así me corre más rápido el día. —Buenos días, - se trata de una enfermera, que está entrando a la habitación. —Buenos días, viene a colocarme el tratamiento, hace poco vino una enfermera y me lo colocó . —No vine a eso, vine a llevarte conmigo. —Se retira el cubrebocas y veo lo que tanto he esperado desde que llegué a Madrid. —Julia, ¿qué haces aquí, cómo entraste? —Por la puerta amor, por la puerta, soy la enfermera de turno y vine a llevarte para que te hagan unos exámenes. —Julia, ¿cómo vamos a salir de aquí? recuerda que te andan buscando. A medida que hablaba con ella, toqué el botón en mi celular, el que daba directamente con la policía. —Amor ya
CUBARÁ. —Doctorcita. —Dime mi niña. —Le traje una naranja de regalo. —¡Qué rico! Gracias mi niña hermosa. —Están dulcitas, cuando estoy triste mi mamá me da una naranja para que se me quite la tristeza, no me gusta verla así, tiene que comerse la naranja usted verá cómo se aleja la tristeza de su cara. —Mi bebé yo no estoy triste lo que pasa es que me duele un poco la cabeza, pero me voy a comer tu naranja. —Yo quiero que usted vuelva a sonreír. —Gracias ya verás como voy a volver a sonreír. La niña se retiró y Naran me tomó del brazo. —Ven, vamos a caminar un rato, necesitas descansar, desde que llegaste al pueblo solo te has dedicado a trabajar, todos, hasta los niños se han dado cuenta que estás triste. —¿Se nota mucho? —Claro, esa cara que tienes ahora, no es la misma cara de la doctora que todos conocemos. —Tienes razón, los niños no tienen porque estar tristes por mi culpa. —Dime, ¿qué piensas hacer?
CUBARÁ —Amor, despierta. —No, déjame un rato más, me hacía mucha falta dormir contigo, te extrañé mucho. —Yo también amor, pero tenemos que levantarnos, las mujeres de la cocina nos hicieron un desayuno especial, quieren celebrar tu regreso al pueblo, mira pues, cuando regresé no me hicieron ese desayuno y a ti sí, como te consienten. —¿Estás celosa? —No amor, me alegro que te quieran tanto como a mí, además mi puesto aquí no me lo quita nadie. —Ja,ja,ja,ja, si estás celosa. —Bueno, sí un poquito, pero estoy muy contenta, ven párate, nos están esperando. El desayuno resultó demasiado rico, esas mujeres se botaron estaban muy contentas con la llegada de Juan Carlos, pero sobre todo estaban felices porque la sonrisa había vuelto a mi rostro. La niña que me regaló la naranja se acerca y me dice en el oído. —Doctorcita, vio que yo tenía razón, la naranja es buena para eliminar la tristeza. —Sí, tenías mucha razón, es muy buena
BRASIL: SÃO PAULO. Vaya sorpresa que le quiero dar a Gael, él no me espera hoy, pero decidí venirme un poco antes de lo previsto, aún tengo mucho trabajo por hacer, pero se acerca la fecha de la boda y esto también necesita mi atención, aún tengo tantas cosas que comprar, no quise llamarlo para avisarle de mi llegada, mejor le doy la sorpresa, sé que le va agradar verme. —Aló mamá. —Evaluna, ¿vas a ver a Gael? —si, voy para su oficina. —Llegaste tan de sorpresa que no me ha dado tiempo de hablar contigo, ya sé que hoy es imposible hacerlo, lo más seguro es que esta noche te quedas con tu prometido, pero mañana no pueden faltar a un almuerzo acá en la casa, dile a tu novio que deje a un lado sus negocios y venga un rato a compartir con nosotros, además tenemos un invitado. —Está bien, lo voy a convencer para que esté conmigo en el almuerzo. —Hasta luego hija, me saludas a mi yerno. —Hasta luego mamá. Sólo faltan tres meses para mí boda