AYSEL.
Ya recorrí toda la casona y no encuentro en que entretenerme, estoy cansada de ver a esas cuatro mirarme de esa forma, una mezcla de odio y asco, como si tuviera alguna peste, por lo que decido ir a hablar con Kalu y Kio.
Pero cuando salgo no los encuentro, por lo que decido pasear por los alrededores de la casona, hace días que estoy aquí y casi no conozco ni el jardín.
— Hola Luna. — Me giro y veo a un joven alto, moreno, aún su rostro tiene un deje de niñez.
— Hola, soy Aysel. — me presento mostrando una enorme sonrisa, quizás no todos me odien.
— Tu marca dice que eres nuestra Luna y tu aroma me ínsita a protegerte. — El joven inspira fuertemente y sus ojos se torna más claros, pasando de un marrón oscuro a un café claro.
— Sí, supongo que para ustedes la mordida de Anuk la ven de esa forma. No me has dicho tu nombre. – esto es incómodo.
— Abel, para servirle mi Luna. — El joven hace una reverencia que me hace sentir incómoda, ¿por qué Kalu y este joven me tratan as