Tohbías
La palidez de Molly me hace correr hasta su sitio tras ubicar a mi hijo en el suelo. Llego en segundos a su lugar cuando ella cae inconsciente en mis brazos. Suelto maldiciones y empiezo a gritar por ayuda médica. Mi padre se encamina a mi dirección, pero busco un lugar donde recostarla. La levanto en mis brazos y la pongo sobre un sofá que había cerca.
Todos a nuestro alrededor nos miran curiosos y tomo el celular que había caído de sus manos y mi padre me lo tiende. Un sabor amargo me recorre cuando noto el nombre de la persona que la llamó la última vez.
Nuestro hijo llega hasta su madre y le toca la cara con sus manitas. Aprieto el celular entre mis manos y lo hago añicos contra el suelo.
—¿Qué mierda miran todos? Mejor vayan a cagar políticas a otro sitio —les grito a todos los que me rodean que me miran mal.
Mi padre hace de las suyas y en minutos la sala se desocupa dejándonos solos a los tres. Sin embargo, mi vista va a unos tacones que hacen eco sobre el suelo. Una mu