El clan Neizan era la mafia más importante de rusia, eso era indiscutible, al igual que el manto de misticismo que los cubría, no solo por estar un paso delante de sus enemigos, también era el hecho de que nunca nadie le pudo demostrar delito alguno, todo el mundo conocía sus rostros, ellos no necesitaban de las sombras para protegerse, claro que no, cuando tenían el don de la videncia de su lado, algo que les daba la ventaja sobre sus enemigos, pero que también causaba un gran peso para el líder del clan, quien era consiente que el futuro no siempre se podía cambiar, él era solo un observador, Neri Neizan, mejor conocido como el vidente, cargaba con más secretos que cualquier otro ser humano, ¿Quién dijo que ver el futuro siempre es bueno? En especial cuando este no se muestra completo o no se puede cambiar.
— Lukyan, debes dejar de tentar tu suerte, que te pegues una enfermedad de trasmisión sexual sería el menor de tus problemas siendo quién eres. — los Zafiros que su madre tenía por ojos brillaban con frialdad y el rubio solo pudo asentir con la cabeza, incapaz de decir media palabra.
— No debes preocuparte por eso amor mío. — la voz de Neri hizo girar a su esposa, quien solo sonrió al verlo. — Tu hijo embarazara a la correcta, lo acabo de ver, seremos abuelos muy pronto. — la sonrisa del rubio líder del clan se extendió aún más que la sonrisa de su esposa.
— Mmm, creo que tus visiones ya no son lo que eran padre. — rebatió casi con desespero Lukyan de 28 años. — Aun soy joven para casarme. — explicó guiñándole un ojo al mayor, esperando como siempre la complicidad de su padre, para hacer enojar a su madre, pero obteniendo de respuesta un rostro triste del mayor, algo que preocupo tanto a su esposa como a su único hijo y sucesor de la mafia Rusa.
— Eso es algo que no puedo negar… no te casaras pronto, o al menos… tu madre y yo no lo veremos.
— Padre…
No importo cuanto suplico el sucesor, ni las miradas nerviosas de Zafiro Zabet, su esposa, Neri Neizan ya no dijo más nada. Sin embargo, la información de la visión que el jefe tuvo se esparció como pólvora en el clan, la muerte blanca seria padre muy pronto, y eso era un alivio, cada clan mafioso tenía sus normas, leyes no escritas, pero bien aprendidas, sin importar lo descabelladas o absurdas que pudieran parecer, debían cumplirse, fue por ello por lo que muchos de la familia Neizan estaban emocionados ante aquella visión, si la muerte blanca tenía a su primogénito, ellos al fin podrían formar su familia.
Solo habían transcurrido un par de semanas, y el rubio había pasado de tener sexo desenfrenado sin protección, a llevar más de diez cajas de preservativos con él, aunque incluso teniendo protección, se había sumido en una abstinencia sexual autoimpuesta, no, no queria ser padre, mucho menos tener esposa, aún estaba asombrado con el giro que había tenido la vida de sus primos, Horus Bach, Pedro Sandoval y Giovanni Santoro, el trio que no solo eran padres, también se habían casado… con una misma mujer, el ruso no comprendía aquello, y aunque la dulce princesa era una digna mujer y la poligamia no era problema en su familia, en su clan, esas cosas no estaban permitidas.
— ¿Serias capaz de compartir una mujer como tus primos? — Lukyan giro a ver a Alek, primo por parte paterna, mientras los otros lo eran por el lado de su madre, hábiles asesinos, mafiosos y sicarios.
— Sabes muy bien que no, en nuestro clan la traición y el engaño está prohibidos, además… soy demasiado posesivo. — rebatió mostrando una sonrisa, pero también regalándole una mirada dura.
Alek era hijo de un primo de su padre, era familia, pero no por eso podía bajar la guardia con él, aunque lo considerara su amigo, todos eran remplazables, porque todos tarde o temprano querían lo que era suyo, lo sabía, lo había visto, y es que el joven Lukyan, compartía el mismo don que su padre y su difunta abuela rusa, la videncia.
— Debo ir a ver a tu prima, la gran sombra de Italia tiene un nuevo negocio que proponer, pero regresare mañana a primera hora. — informo el castaño y Lukyan solo asintió.
— Haz llegar mis saludos tanto a Estefanía como a la santa. —pidió recordando a su prima Alejandra, una santa en todo sentido, hasta que se tocaba a su familia, entonces la rubia liberaba el diablo que llevaba dentro.
— Lo hare y para que no me extrañes, deje una habitación en el hotel casino a tu nombre y unas lindas chicas dispuestas a entretenerte en mi ausencia.
No respondió al comentario de su primo, pues no pensaba ir, trataría de escapar a la visión de su padre, no se veía cambiando pañales, aunque si podía imaginar a una mujer leal a su lado. Con ese pensamiento sus ojos se cerraron, fue solo un momento, uno que cambiaría su vida.
El cabello negro brillaba bajo la luz de la luna, su piel pálida también era apreciada por la débil luminiscencia que se filtraba en aquella habitación, su aroma, el más exquisito que alguna vez sintió, la suavidad de su cuerpo y la forma en la que se estremecía cuando al fin rompió la delgada fibra que dejaba saber que tan pura era esa mujer.
Despertó sudado y agitado, maldiciendo el no poder ver su rostro y mucho más, odiando la ausencia de la suavidad de ese cuerpo bajo el suyo, pero al menos sabia donde la encontraría.
— El hotel casino. — susurro para él mismo.
Sin perder tiempo fue al lugar, casi ríe al ver los pétalos esparcidos en el piso de la habitación y las estúpidas velas, no, Lukyan no era romántico en absoluto pero… esa mujer, su mujer, se merecería eso y mucho más, estaba a punto de encender la luz, luego de pedir a todas las mujeres, que su primo Alek había contratado, que se marcharan del lugar, solo esperaría por ella, le haría el amor y luego la castigaría por vender su virginidad, porque… las leyes eran claras, las mujeres solo eran tomadas por voluntad, nunca se forzaría a una mujer en su clan, la pena a eso era la muerte y luego que su cuerpo sea comido por cerdos; pero antes de llegar al interruptor, la puerta se abrió, dejando ver una silueta delgada, pequeña y un poco temblorosa.
— Si estás aquí. — dijo en una mezcla de felicidad y vergüenza la joven.
Su piel se erizo de solo escucharla, su miembro viril se alzó como una lanza que hubiera sido convocada para una batalla y la razón se escurrió como gotas de lluvia de su ser.
La mejor noche de su vida, eso pensó, aunque era quedarse corto, porque pretendía tener muchas más noches con esa mujer, de la cual aún desconocía no solo su nombre, también su rostro, no por gusto, por supuesto, pero luego de amarla como lo hizo, el cansancio los hizo sucumbir a ambos, un sueño profundo y tranquilo, como el que nunca tuvo, hasta que su don, lo llevo al mismo infierno.
Estaba en nueva York, en un lugar que conocía a la perfección, el olor a gas era más fuerte en la planta alta, provocando que corriera con desespero, aun sabiendo que llegaría tarde.
— No. — dijo en un susurro incapaz de gritar como deseaba hacerlo, y es que el dolor le había arrebatado hasta el aire de sus pulmones.
Sin pensar en su acompañante, solo se puso de pie y comenzó a caminar mientras se vestía en el camino, corrió por el vestíbulo del hotel casino, al tiempo que marcaba con desespero el número de Hades, el afamado asesino que era como su tío y que vivía en el mismo terreno que sus abuelos Amir Zabet y Candy Ángel.
— ¿Diga? — la voz que en un principio era somnolienta, cambió radicalmente cuando volvió a preguntar, pues era sabido que las llamadas de Rusia a esa hora no eran por cosas buenas. — Lukyan ¿Qué sucede? — la muerte blanca lo apodaban, pero en ese segundo se sentía como un niño miedoso a perder a quienes más amaba.
— Los abuelos… hay una fuga de gas en el pasillo de su habitación. — logro decir sintiendo que el corazón se le detenía, sintiendo la impotencia de haber perdido mucho más que sus abuelos esa noche.
Dasha regreso a su hogar, tardando más de lo necesario, no era por tener dudas su demora, ella sabía que hacer, o por lo menos la decisión estaba tomada, amaba a ese bebé, ese mismo que acaricio dentro de su vientre, creyendo que era de Alek, pero ahora… ¿qué diferencia había? Sea del castaño o de un desconocido, no le importaba porque era suyo, solo necesitaba un poco de ayuda con su padre, el clan Neizan no era el único que tenía leyes, los Morozova también tenían las suyas, si bien estaban un paso más abajo que el clan Neizan, aun así eran poderosos, grandes señores mafiosos salieron de esa familia y aún más grandes señoras que todo dirigían, pues tras un gran hombre, siempre hay una gran mujer, fue por ello que tanto Dasha como su hermanastra Harum, fueron criadas bajos grandes valores morales, las mujeres eran preparadas todas sus vidas para complacer a sus maridos, pero también para pensar por ellos, un embarazo de un desconocido no sería bien visto, claro que no.— ¡Harum! o Ha
Dicen que no hay peor veneno que el odio, ese sentimiento que corre por tus venas partiendo del corazón y esparciéndose por cada lugar de tu ser, intoxicando todo a su paso, alimentándose de cada recuerdo amargo, de cada traición, de cada humillación, Dasha estaba llena de eso, odio, uno que alimentaria por años.— ¿Qué es lo que te resulta tan divertido? — indago Jade Zhao Bach, esposa del antiguo tigre blanco, único clan que manejaba China, hasta ese momento.— No es nada, disculpe. — respondió bajando su cabeza, hacia poco más de un mes que estaba en aquellas tierras, se suponía que debía servir a los mayores del clan, mientras la joven hija de Jade manejaba la mafia de China.— No te permito ser sumisa en mis tierras. — aseguro la rubia de ojos verdes y Dasha la vio sin comprender. — Puede ser que aceptamos que... tu padre. — Jade no pudo evitar hacer cierto gesto de desprecio con su boca al decir aquello. — Te enviara a servirnos, pero sabemos muy bien que tú, no naciste para eso
— Mamá. — la llamo mientras corría hacia su madre, quien acababa de caer sobre la nieve solo a unos pasos del pequeño Vladimir. — ¡Mamá! — grito sujetándola entre sus brazos y viendo de reojo como gran parte de sus hombres comenzaban a moverse, tratando de saber que era lo que sucedía.— Solo le estaba contando de los abuelos a Vladimir… — susurro acariciando el blanquecino rostro de su único hijo. — Creo que seré la primera de sus hijas en acompañarlos. — los ojos de Zafiro se empañaron, la reina fría sabía que el dolor en su pecho era demasiado fuerte y fuera de lo normal, Zafiro Zabet, comprendió que su fin había llegado y solo le quedo dar gracias de haber podido consentir a su nieto.— No lo harás… — trato de convencerla y convencerse, podría ser que lo apodaran la muerte blanca, pero ahora solo parecía un niño, a punto de perder todo lo que amaba.— Shhh… Lukyan… cuida a Vladimir y cuando ella regrese, no seas un tonto hijo. — incluso en ese momento, la voz de su madre sonaba má
Dasha no esperaba que nadie fuera por ella al aeropuerto, y efectivamente, su familia no la defraudo, aunque no puedo evitar sorprenderse al ver a Alek Neizan en el estacionamiento, su primer reacción fue detener sus pasos, pero solo le tomo un segundo, retomar la marcha, ese hombre no era suyo, y estaba segura de que nunca lo fue.— Dasha, ¡Dasha! — se vio obligado a llamarla en más de una ocasión, mientras la pelinegra continuaba su camino y ante la falta de atención de la mujer, Alek corrió tras ella. — Hey te estoy hablando. — recrimino apenas su mano sostuvo el delgado brazo de Dasha.— Le pediré que no me toque señor Neizan, no quisiera tener problemas con su futura esposa y menos con mi padre. — rebatió con frialdad, mientras se soltaba del ligero agarre.— No comprendo porque me ves así. — cuestiono cruzando sus anchos brazos sobre el pecho y Dasha tenía ganas de patear su cara.— ¿En verdad no lo entiendes? Conspiraste con Harum.— No, Dasha, las cosas no fueron así, solo… el
Nada la asombro, ni los cambios en la mansión, ni la frialdad con la que su padre le hablaba, ya no era una niña en busca de aprobación, amor y comprensión, ya no la necesitaba.— Alejandra Santoro Zabet fue muy clara cuando hablo conmigo, a su hijo no le importara si eres o no pura, y ella lo único que desea es que el diablo siente cabeza. — veía el rostro sonriente de Harum y el de Miriam por supuesto, la fama de Amir Rossi Santoro era bien conocida, no en vano lo llamaban el diablo.— Si quieres que atrape al diablo, deberás darme cierta libertad. — a Sergei no le importo que su hija estuviera bebiendo té, simplemente dejo caer su mano sobre la delicada mejilla de Dasha, y esta a su vez lanzo la taza y salpico con la bebida caliente a Harum, quien la viera diría que fue por el golpe, pero si algún Zhao estuviera en aquella sala, sabría que esa fue la intención
—¿Disculpa? — pregunto incrédulo dando un paso más cerca de su primo, y a muy poco de llevar su mano a su arma que reposaba en su espalda.Dasha ingreso en el club principal de los Neizan, probaría suerte aquí, Loan le había asegurado que las corazonadas nunca se equivocan, que no debía acallar aquello que su interior le decía, pues eran señales del destino y fue por ello que opto por ir a ese club, además de tener una buena cuartada para cuando su padre le reclamara el estar allí sola, y es que se suponía que esa semana Amir Rossi Santoro, estaría en Rusia, aunque por alguna razón había cambiado de planes a último momento y ahora se encontraba en Turquía, claro que eso el señor Morozova no lo sabía y no tenía por qué enterarse, no si Dasha conseguía hacer contacto con Lukyan.&
Vladimir se movía entre la multitud, esquivando cada cuerpo, mientras su padre solo caminaba y las personas le abrían paso, no se necesitaba ser un genio para saber quién era el jefe de la mafia rusa, aunque el rubio solo observaba como su hijo al fin demostraba algo, un sentir, ya que luego del velorio de sus abuelos, el pequeño rubio había cambiado drásticamente, Lukyan hizo todo lo que estuvo a su alcance para que mejorara, para que sea un niño como cualquier otro, pero no lo consiguió, el psicólogo le pedía algo imposible, pasar más tiempo con el pequeño, algo que Lukyan no podía cumplir, por más que quisiera, ¿Cómo ayudas a sanar un corazón roto? Cuando el tuyo fue arrancado hace mucho tiempo; pero ahora, su hijo demostraba preocupación por algo o mejor dicho alguien, ya que solo basto con llegar al gran frigorífico, para ver la razón del desespero de Vladimir. — ¿Qué rayos hace una mujer aquí? — pregunto de forma fría viendo a Blas, quien era el encargado de ese club. — No, no
Nada es fácil en la vida, y Dasha sabia de ello, su vida perfecta se vio afectada el día que su madre se suicidó, creyó tener una oportunidad con su tía, y es que se suponía que al ser de la misma sangre debería amarla, pero eso no paso, fueron años duros de abuso y maltratos, que tontamente vio recompensados en el cariño que Harum le ofrecía, ¡que idiota era!, no supo reconocer las intenciones de su hermanastra, y luego, Alek se presentó como un caballero, un amor fácil e ideal, pero el tiempo le dejo ver que eso tampoco era así; ¿volvería a caer en el engaño de la facilidad? ¿en verdad la vida pensaba hacerla tropezar con la misma piedra? De acuerdo, se suponía que debía atrapar al mafioso, pero… ¿así de fácil? ¿y donde estaba la madre del niño? Además, no era lo mismo atrapar a Lukyan por una deuda, que atraparlo de amor, ella no queria un compromiso, no deseaba eso, ella queria venganza, sangre, sufrimiento, lagrimas amargas como las que ella aun después de diez años continuaba de