Cuando lo leyó apagó el teléfono, no quería hablar con Francesco y tampoco quería otra sorpresa peor. Aunque en lo profundo de su corazón sabía que esa sorpresa “peor” tenía pocas posibilidades de suceder. Y aunque ella no quería hablarle, se moría de ganas porque Marcos llamara. Pero estaba claro que no lo haría, durante todos aquellos días èl se había mantenido alejado, tanto que a veces ella dudaba haberlo conocido. Arranco el auto de una vez, fue hasta casa de Lesli, lo cambio por su moto y salió de la ciudad. Condujo a las afueras para ir a su pueblo a visitar a su abuelo.
Cuando llegó su abuelo la esperaba con Thabo en la puerta, la cara del anciano más que reflejar preocupación, reflejaba disgusto. Anekka puso los ojos en blanco en un gesto de cansancio ya sabía de qué iría la conversación. Podía verlo también en los rostros de los habitantes de su pueblo que la miraban con desagrado, preocupación por el destino que correrían por culpa de ella, también con ira y hasta con odio.