Santiago llegó con una voz repentina —Si vienen a guardar luto, deberían arrodillarse y llorar ante el altar. ¡Ayuden a la señora Sánchez a arrodillarse!
Laura alzó la cabeza sorprendida, viendo a Santiago con su suave presencia y sonrisa tranquilizadora que parecía curar todas las heridas.
Le recordó su infancia, cuando Santiago siempre la consolaba después de ser golpeada o regañada.
Siempre lograba animarla rápidamente.
Después de tantos años, su presencia aún le daba paz.
Obligaron a Lina a arrodillarse ante el altar de Adriana. Los ojos en la foto ampliada parecían especialmente vivos, asustando tanto a Lina que hasta olvidó llorar.
¡Incluso muerta la vieja seguía asustándola!
Patricia, que iba a agarrar a Lina, retrocedió silenciosamente al ver la escena.
Era mejor que alguien más ayudara.
Maite, al ver a Santiago, sonrió ampliamente acercándose —Santiago, ¿no estabas muy ocupado en la empresa? ¿Cómo es que viniste?
Lo dijo intencionalmente para desviar la atención hacia Santiag