Miguel cambió de expresión, entrecerrando los ojos mientras emanaba una frialdad amenazante: —Laura, ¡sal!
El dolor en su muñeca era intenso, y la palma que se aferraba al pasamanos también le dolía tremendamente. Laura estaba a punto de ceder.
De repente, alguien empujó a Miguel, recriminándole: —¡Dos personas contra una chica, ¿no les parece un abuso?!
Tomado por sorpresa, Miguel retrocedió, soltando la mano de Laura.
Las puertas del ascensor se cerraron.
A través de la última rendija, Miguel vio a Laura hablando ansiosamente con alguien dentro.
Jenny se mordió el labio y habló con cautela: —Miguel, no te acompaño, vuelvo a mi habitación.
Rápidamente presionó el botón del ascensor.
Miguel respondió fríamente con un "bien".
Jenny lo miró y susurró: —La abuela de Laura no está en este hospital, ¿a quién viene a ver? ¿No deberías averiguarlo? ¿Y si se encuentra con algún malhechor?
En ese momento, las puertas del ascensor se abrieron.
Ella tiró suavemente de su manga: —Miguel, ¿subes?
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