Gloria, inconscientemente, extendió su mano y abrazó a Miguel como lo hacía su hermano cuando era joven.
Miguel se congeló y escuchó una voz suave. "Ella estaría feliz si supiera que la ama".
Gloria estaba a punto de irse.
De repente...
Miguel la abrazó fuertemente y susurró en su oído: "Lo siento, Melissa. Te quiero tanto, Melissa".
Gloria se dio cuenta de que ella y la mujer que él amaba compartían una cicatriz en la frente y le habían dicho lo mismo. Por eso, Miguel la consideraba como la mujer que amaba.
Gloria quería consolar a Miguel, pero entonces una voz fría y familiar resonó desde afuera. "Miguel, déjala ir".
Cuando ella miró la puerta, su rostro se puso pálido.
Miguel entrecerró los ojos al ver a la persona de pie en la puerta. "Patricio".
Patricio estaba allí, elegante, y echó un vistazo a Gloria. "Ven aquí".
Gloria se asustó y retrocedió. El aura intimidante de Patricio la aterraba.
Patricio entrecerró los ojos y su voz era helada. "¿Cuándo aprenderás a obedecer?".
Gloria