Siguieron caminando y Jew hablaba sobre su vida: prácticamente se la contó toda a Hiz. Era hijo único; su padre era un alto funcionario de los Plumas; su madre era entrenadora personal (era algo así como la que enseñaba a los niños Plumas a luchar y desarrollar sus habilidades, por lo visto, no era un trabajo fácil y no todos podían tener el cargo). Él era un niño prodigio de los Plumas, fue avanzado de niveles a lo largo de su corta vida y tenía el concepto de alma blanca (algo que Hiz no entendió).
—Son niños que nacen con almas de Tréboles —explicó Jew—. ¿Conoce a los Tréboles?
—Claro que sí —respondió Hiz con obviedad.
Recordó que en su aldea había nacido un niño con alma blanca. Ella llegó a enamorarse de él cuando pequeña porque le pareció que era