El aire olía a café recién hecho y a papel impreso. La oficina aún estaba vacía cuando crucé el umbral del edificio de Hart Tech, minutos antes de que diera inicio la jornada laboral. Las luces frías de los pasillos se encendían a mi paso, como si el edificio respondiera a mi presencia. Aquella hora de la mañana, cuando todo el mundo aún dormitaba en la rutina, era la única que sentía mía. El silencio, el control absoluto del espacio, la posibilidad de ordenar el caos antes de que comenzara.
Apreté los labios mientras recorría los pasillos. Había pasado más de un mes desde que todo comenzó, desde aquella maldita firma que Ivy nunca autorizó. Desde entonces, mi vida se había dividido en dos: antes de descubrirlo, y después de involucrarme con ella.
Ivy Hart.
Pensar en ella era como dejar que una corriente eléctrica me cruzara el pecho. La relación entre nosotros se había convertido en algo que desbordaba cualquier definición práctica. No éramos socios, ni simples aliados. No podía llam