Capítulo 64 —Infierno en la oscuridad
Narrador:
El chirrido de los frenos hizo que el corazón de Lorena diera un vuelco. La camioneta se detuvo bruscamente, levantando polvo a su alrededor.
—Voy a mear —gruñó uno de los hombres desde el asiento del copiloto.
—Yo también —dijo otro, con voz despreocupada.
Los dos bajaron, cerrando las puertas de golpe. El tercero, el que había hablado con un tono burlón desde que la metieron en la camioneta, se quedó con ella.
Lorena respiró con dificultad, su cuerpo aún temblaba con el rastro del pánico. Franco vendría. Tenía que venir. Pero entonces sintió la presión de unas manos ásperas aferrarse a su cabello y su mundo se fragmentó.
Un tirón brutal la arrancó del asiento y la arrojó contra el suelo pedregoso. Su piel desnuda debajo del vestido ligero se raspó al contacto con la tierra áspera, pero ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar.
—Voy a divertirme un rato contigo mientras esos dos terminan —susurró el hombre, su aliento apestando a tabaco y