* * * * * * * * * * * Austral * * * * * * * * * * * *
—Austral, ¿estás bien? —me pregunta (con suma preocupación) mi acompañante.
—Sí… —siseo y… sonrío—, sí; sí… estoy bien —le digo emocionada por haber revivido uno de los momentos más especiales que tuve con mi abuelo.
—Austral —me nombra al acortar la distancia y llevar una mano hacia mi mejilla— ¿por qué lloras?
—Vamos —le digo de repente…
—¿Qué?
—Vamos —le repito—. Quiero ir a ese subterráneo —le aclaro al verlo a sus ojos—. La reunión puede esperar —le digo firme.
—¿Estás segura? —cuestiona dudoso
—Quiero ir —respondo tajante; y él sonríe.
—Entonces será como tú digas —sentencia a la vez que termina de limpiar cualquier rastro de lágrima alguna—. ¿Estás segura que estás bien?
—Sí, lo estoy —contesto con seguridad—. Vamos a ese subterráneo —le pido y le sonrío, acto al que me veo correspondida de la misma manera.
—Está bien —menciona al suspirar profundo—. Bueno, vamos —me dice al extender su mano hacia a mí.
—Vamos —es lo único q