Y sin más, ambos se enredaron en el cuerpo del otro, cubriéndose únicamente con aquel intenso amor que los había envuelto desde el primer día.―Eres mía, pequeña alfa ―gruñó Dante, quien, con suavidad, comenzó a invadir el interior de su compañera―Dante ―jadeó Anna al sentir como, con suaves movimientos, su eterno compañero comenzaba a poseerlaPara ambos, justo en aquel momento, el tiempo a su alrededor se congeló.El trinar de las aves, el ruido del agua cayendo de aquella hermosa cascada, incluso, el sonido del suave viento que comenzaba a soplar fue desapareciendo poco a poco para ellos, dejándolos en una especie de burbuja donde sólo existían ellos dos.―Te amo tanto ― gruñó Dante entre besosDebido a su pasión, Anna no tuvo tiempo de responder, pues justo en ese momento, Dante clavó sus colmillos en la marca de su compañera, reclamándola una vez más como su eterna y única pareja.―Por Selene ―jadeó Anna cuando, tras llegar a un perfecto clímax, ambos decidieron descansar tumbad
Temprano por la mañana del día siguiente, sentado en la silla de un pequeño escritorio que su hermano había dispuesto en su habitación, Arioch Nicolaou terminaba de revisar los permisos que Máximus había firmado la tarde anterior con la única finalidad de que la gente finalmente pudiese dejar la isla.¿Su trabajo?Asegurarse de que ninguno de los hombres que él mismo había reclutado, intentase dejar la isla.Para su buena o mala suerte, sólo cuatro habían intentado engañar al sistema.―Buenos días, querido ―lo saludó Dasha entrando a la habitación―Buenos días Dasha ―dijo Arioch inclinando su cabeza ligeramente cuando su compañera se inclinó sobre él para poder besar su mejilla ― ¿Qué escondes ahí, querida? ―preguntó al notar que Dasha intentaba mantener algo detrás de ella―Lo que encargaste ayer ―dijo Dasha colocando una bolsa de color marrón sobre el escritorio ―Anna se disculpa por no habértela dado anoche ―comentó al mismo tiempo que sacaba las dos cajas de chocolate que había en
― ¡Ah! Soy yo, su ex… Ah, no, lo siento ―se escuchó la torpe voz de la joven ―Soy Anna, señor… Eh… ―― ¿Por qué demonios estás nerviosa? ―se escuchó otra joven―No estoy nerviosa Elizabeth ―escucharon gruñir a AnnaDurante un breve instante, Dasha y Arioch se miraron confundidos antes de soltar una suave risita.― ¿Qué sucede, cachorra? ―preguntó Arioch abriendo la puerta de par en par―Mi papá dice que es hora de irnos, que por favor se reúnan con él y con mi abuelo ――Entiendo ―dijo Arioch colocándose el saco negro que Dasha le extendía ―Muchas gracias, Anna ――No hay de qué ―masculló ella antes de dedicarle una pequeña reverencia al igual que Elizabeth―Espera, cachorra ―se apresuró a decir Arioch al mismo tiempo que tomaba dos chocolates de la caja que ya había abierto― ¿Sucede algo? ―preguntó Anna volviendo a acercarse a la puerta―Sí, sólo quería agradecerte por comprármelos, me trajeron dulces recuerdos ―dijo ofreciéndole los chocolates―Uh… No fue nada ―dijo ella en voz queda
―Dasha, querida, te juro que no fue por eso por lo que me alejé ―dijo Arioch sujetando el rostro de la mujer con sus dos manos al ver que ella comenzaba a llorar nuevamente ―Mis cambios de humor eran más constantes y no quería herirte, temía perder el control y hacerte daño tal y como lo había hecho con mi hermano menor, yo… De verdad que no quería cometer el mismo error contigo o con Alastor, fue por eso por lo que intenté solucionar el problema por mi propia cuenta ―dijo con amargura ―Pero Chaos siempre fue demasiado para mí… ――Lo sé ―dijo Dasha colocando su mano sobre una de las de Arioch ―Pero, desgraciadamente, poco después de eso, empezó mi pesadilla… ―― ¿Comenzaron las traiciones? ―preguntó Zeth, a lo que Dasha asintió―Lo recuerdo perfectamente ―susurró Dasha ―Tomaba el té con Idylla cuando todo comenzó ―dijo clavando sus ojos en Arioch ―Fue una sensación realmente horrible, sentí que me faltaba el aire y que mi corazón se rompía en mil pedazos… ――No, para… ―masculló Arioch
En medio de una horrible tormenta, sentada en el suelo de un refugio, una joven loba de cabello castaño y ojos color avellana, intentaba protegerse del frío con una delgada manta mientras observaba como, en una pequeña mesa de madera, su hermano jugaba al ajedrez con un atractivo joven de cabello oscuro y ojos dorados como el sol.Desde que lo había conocido, el tipo le había parecido pedante y sumamente molesto, pues este, se dedicaba a acosarla a diario, sin embargo, en ese momento, el joven no tenía ojos para nadie más, solo para el pequeño que se estremecía con cada trueno que resonaba en la distancia.―Tranquilo, ponte estos ―dijo el joven sacándose unos audífonos bluetooth de su bolsillo ―No sé si te guste el tipo de música que escucho, pero, creo que será mejor que los truenos ――Gracias… ―masculló el niño mientras se colocaba los audífonosSintiendo curiosidad porqué tipo de música escucharía aquel joven presumido, la castaña mantuvo sus ojos clavados en su hermano, el cual, s
Eran alrededor de las ocho de la mañana en la hermosa isla de Arcadia, donde sus habitantes, iban y venían por las calles de los diferentes distritos para cumplir con sus deberes diarios.Al igual que los civiles, en el sagrado palacio de Interlunio, todos sus habitantes habían comenzado a realizar sus tareas desde muy temprano, sobre todo, el ejército imperial, el cual, cumplía con su rutina diaria de entrenamientos y vigilancia, pues, tras el secuestro del rey, esta se había endurecido.Pese a que habían capturado al culpable, el paradero del rey era aún desconocido, por lo que, el palacio, se vigilaba incluso tras sus murallas.Los encargados de aquella tarea, eran los nuevos cadetes, los cuales, eran supervisados por los soldados más experimentados.― ¡Oye! ¡Damián! ―le gritó un joven de tez morena a un joven de cabello oscuro que tenía algunas mechas grises ―Deja de distraerte con las criadas, te meterás en problemas si Aidée te descubre ―― ¿Qué sucede? ¿Acaso te gusta la nueva?
Ante la decepción en los ojos de la mujer, Anna soltó un suave suspiro y negó con la cabeza lentamente.―Podría hacerle frente a Mikaela señora Aidée, pero le recuerdo que su excelencia no estaba muy de acuerdo con mi contratación, así que prefiero no causar problemas… ――Anya ―la llamó la mujer con un tono más suave―De verdad, no quiero causarle problemas señora Aidée ―dijo Anna acercándose a la mujer ―Usted ha sido muy amable conmigo, pero, me temo que, si hago frente a esas chicas, su excelencia podría enojarse con usted ――Oh, no, eso no importa Anya, las amantes de su excelencia son unas estúpidas, creen que teniendo su favor pueden terminar echándote del palacio y quedarse con tu puesto ―gruñó Aidée ―Las muy tontas, han trabajado aquí por años y desde que el joven Zeth volvió, jamás les ha dedicado una sola mirada ――Espere, ¿sus amantes? Pensé que su excelencia tenía una compañera ――Y la tiene, pero a su excelencia no le interesa ―dijo Aidée con decepción ―Prefiere tontear co
«Un mes atrás en Wolfsong»Temprano por la mañana en la manada de Loto de Luna, Anna salía de su armario con una sencilla chaqueta de algodón, la cual, su madre le había sugerido llevar, pues en el avión privado de Alastor, siempre solía hacer mucho frío.Al volver a su habitación, se encontró con Elizabeth, quien justo estaba cerrando una pequeña maleta de viaje, la cual, la propia loba le había llevado la tarde anterior.― ¿Llevas todo? ―preguntó Elizabeth sin mirarla―Sí Eli, llevo toda la ropa que me compraste para hacerme pasar por una omega de clima tropical ―Reprimiendo una risita, Elizabeth apoyó sus dos manos sobre la maleta que acababa de cerrar.― ¡No me hagas reír! ―exclamó ― ¡Sigo furiosa contigo! ―― ¿Podrías guardar tu ira hasta mi regreso? ―le preguntó Anna al mismo tiempo que la obligaba a girarse para poder verla ―Eli, tengo que ir, no puedo dejar a mi padre en manos de ese monstruo, además, es cuestión de tiempo para que venga a buscarme, lo mejor es que nos adelan