LAURA TORRES
Esta noche me convertí en la mujer que juró nunca ser. Aposté y se que mi padre estaría orgulloso por el motivo por el que lo hice. Estaba muy molesta y dejé que la rabia tomara el lugar que siempre ocupa mi raciocinio y los valores morales que me puse desde pequeña.
Me sentí bien dando las órdenes para que ese tipo no volviera a entrar a un casino. Se que salvé a otras mujeres de ser apostadas y eso me da la tranquilidad de que hice lo correcto.
Pude ver cómo Angel se preocupaba por mi. Por una vez sentí que yo tenía cierto valor y me sentí poderosa, algo que jamás sentí antes.
De camino a la casa de Ángel sostengo una ficha y solo veo un trozo de lo que creo que es plástico de colores. Para mí es eso, para otras personas varias de estas valen una vida, una vivienda y aún más. Tal vez comienzo a comprender que el juego no es tan malo, sino que todo depende de la clase de jugador que se enfrente a sus efectos.
Siento deseos de beber una copa, ¿Por qué no? Hoy hice lo