Apostando al destino
Apostando al destino
Por: Deyssi
Prólogo

Desde muy temprano la sensación de ser asechada persigue a Victoria y el creer que pueden salir del país sin inconvenientes, no la tranquiliza. Desde la última llamada que recibió de su hermana Alma, no ha podido conciliar el sueño, sus palabras resuenan en su cabeza y le golpean profundo el corazón.

“Hasta el momento todo marcha según lo planeado, pero hay algo que no he considerado. Él ha vuelto a aparecer, aún no ha hecho contacto conmigo, pero creo que me ha encontrado. Sé que es mucho lo que voy a pedirte, pero no confío en nadie más. Pase lo que pase ¡Por favor! No dejes que se la lleve. Mi vida ahora está perdida y estoy consciente de que moriré en cualquier momento. Pensarás que soy cruel al decirte esto por teléfono, cuando aún no le he dicho a Arlene que es mi hija. Supongo que después de todo será mejor que se quede todo así. Has hecho un gran trabajo como madre, yo nunca habría podido lidiar con una niña sabiendo que tengo a la mafia tras de mí. Ya sabes como soy, hermana ¿sabes? A veces quisiera que nunca llegue el momento de que Arlene sepa quién soy, si de mí dependiera… ¡Vamos, no llores! No quiero que te angusties por ello, estoy tranquila esperando el final de este tormentoso capítulo de mi existencia. Pondré todo lo que esté en mis manos para apartar a ese cretino”

Después de esa llamada no supo más, intentó devolver la llamada, pero el número del cual había comunicado no existía. Solo le quedaba rezar para que la noticia de su muerte nunca legara. Cada día que pasaba sin noticias al respecto, era alentador. Más, cuando Federico le da ese telefonazo aquella noche, supo que lo que tanto temía se había hecho realidad. Sale presurosa junto a Luciano y Arlene hasta la morgue para reconocer el cuerpo de su hermana.

Nada puede describir el dolor que sintió al verla inerte sobre una plataforma metálica, casi irreconocible, llora amargamente no por el final de su hermana, si no por lo que eso significaba para la vida de su hija. Y ahora no podía apartar de su corazón ese miedo de perderla ¿en quién confiar? ¿Cómo decirle que la vida perfecta como la conoce podría desaparecer en cualquier segundo?

¿Cuándo? Eso es lo peor, que no puede proveer la desgracia y seguirá consumiéndose en la angustia. Sin más que poder hacer, mirando a su alrededor contempla el presente y camina lejos de la fiesta, hasta el balcón, donde observa la tranquilidad de la noche. Y mirando el cielo estrellado de ese primer día del año, desea que todo termine pronto, que sea Colombia el lugar de sus sueños y nunca tengan que renunciar a su pequeña princesa, que en estos momentos disfrutaba de la fiesta junto al profesor de su universidad.

De repente sintió una punzada en el pecho, y un frío indescriptible la envuelve, su respiración se acorta y el temblor se apodera de sus manos. Está reaccionando cuando una llamada, la sobresalta arrancando de su garganta un pequeño grito que acelera su corazón. Con las manos temblorosas, levanta el dispositivo móvil y ve un número privado en la pantalla, teme contestar, pero la persona al otro lado de la línea muestra insistencia.

Lleva el teléfono a su oreja y lo primero que escucha la deja congelada.

—Hola, victoria ¿Cómo has estado? Ya me contaron que vienes a Colombia. Puedo sugerirte un gran lugar donde quedarte —se escucha una carcajada. — ¿Creíste que encontrarías refugio en las tierras de mis enemigos? No pensé que fueses más astuta que la perra de Alma. ¿Sabes? Te equivocas si crees que no llegaré a Arlene, tengo planes para mi princesa y como todo el país me pertenece está de más decirte que a donde vayas te encontré y recuperé a mi hija.

Victoria sigue sintiendo que un terrible escalofrío la recorre entera, no puede articular palabras, ni siquiera moverse, solo dejar oír su respiración agitada.

— ¡Que! ¿El ratón te comió la lengua, cariño? —Vuelve a escucharse una gran carcajada a través del teléfono —Es mi hija y la quiero de vuelta, sabes perfectamente que, por las buenas o las malas, la tendré a mi lado. Y el que hagas el viaje incitándome batalla, es inútil.

N-no pu... puedes… —deja escapar apenas con gran dificultad.

—La sangre llama. —La interrumpe de inmediato—, cada vez se parece más a mí. ¿Acaso aún no pregunta por qué no se parece a tu marido?

Victoria solo puede soltar un jadeo, antes de que sus lágrimas nublen su visión. Escucha una última risa antes de que cuelgue el teléfono.

Temblorosa deja caer el teléfono bajo sus pies, no puede sostenerlo más. Se aleja del balcón a paso lento, ya casi no siente sus piernas y le basta ver a su esposo frente a ella para dejarse caer en sus brazos.

Luciano que traiga en sus manos unas copas de champaña tuvo que dejarlas caer para poder sostenerla.

— ¿Qué te sucede, amor? —Pregunta asustado, al verla llorosa y pálida como si hubiese visto a un fantasma — ¡cariño, reacciona! —insiste su esposo.

—Y-ya viene p-por ella. —susurra en tanto se aferra a sus brazos para llorar desconsolada.

—¿Cómo es posible?

—Llamó hace un instante.

Terminaba de hablar cuando el teléfono vuelve a sonar. Ambos se miran y dudan en contestar, más saben que, aunque eviten escucharlo, nada cambiará el destino ya escrito, pero pueden tomar medidas ante sus amenazas.

Luciano se acerca y contesta.

—No pueden evitar su destino, pero pueden entregarle una salida. Déjenla ir conmigo y les prometo una salida definitiva. —escucha una voz gruesa un tanto conocida.

—¿Quién es usted? —pregunta Luciano un tanto desconcertado tratando de recordar donde había oído esa voz.

—Dese la vuelta —Dice el hombre tras el teléfono.

Luciano se gira y lleva la vista al salón, donde el maestro de su hija le levanta una mano mientras con la otra sostiene el teléfono.

—Ahora que sabe quién soy, le pido que confíe en mí.

—¿Cómo puedo…?

—Ambos queremos que Arlene no se sumerja en las aguas del pasado, pero también sabemos que es inevitable que pase. Esta noche la llevaré conmigo a Colombia.

—Pero…

—Podemos burlar al destino, confíe en mí. —corta la llamada.

Sin saber que decirle a su esposa, baja aparta lentamente el teléfono de la oreja y dejando un gran suspiro pone la vista en la pista de baile en el gran salón principal del Hotel Wilson Park Lima, donde Arlene y Armando se mueven al ritmo de la melodiosa canción. ¿Estaba listo para tomar el riesgo y poner la vida de su amada hija en las manos de un misterioso maestro de universidad?

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