Mía estuvo diez días hospitalizada.
Hoy, gracias al cielo, estamos de vuelta en nuestro pent-house.
Gineta con la ayuda de nana Eva prepararon un rico almuerzo para recibirnos, pero no tengo nada de hambre, muero es de sueño; soy afortunada de contar con gente en mi entorno para cuidar de mi hija, porque ahora solo deseo descansar y dormir largo rato, quiero estar con Mía, sin embargo el cansancio me rebasa, por otro lado no debo abusar por mi estado.
―Ve a descansar amor, yo me encargo de nuestra hija ―anuncia encantado el hombre más maravilloso del mundo entero.
Nos encontramos en su cuarto, y tal cual como lo predijo Fiore, mi hijita parece que estuvo de vacaciones y no enferma, luce enérgica y llena de vida, tiene tomado a su padre de la mano y lo arrastra de aquí para allá en su habitación, fascinada, enseñándole sus juguetes predilectos; y él tan hermoso, su cara lo dice todo, parece un niño también al lado de ella, lucen tiernos.
Mamá me acaricia el cabello.
―Cariño... Mía tie