Capitulo 5: una propuesta de matrimonio.

Han pasado algunos días y no he sabido mucho de Daniel. Solo sé que se fue a una convención de doctores a Colombia con su equipo.

Yo estaba incapacitada porque me enfermé de influenza y me dolía todo el cuerpo.

Esperaba una llamada de él para saber cómo estaba, quizá estaba muy ocupado con la convención. Como jefe, debe resolver dudas que surjan en medio de la convención. Me siento sola, ni Vanessa me responde. Extraño mi trabajo, poder pasear por el hospital y correr detrás de mis pacientes.

Llamé a mis padres, quienes se encontraban en su nueva luna de miel.

Los adoro, adoro la felicidad que ellos transmiten. De cierta manera, los envidio. A pesar de que tengo una relación estable con Daniel, no me siento realmente completa. Quizá sea yo la que está mal, pero ¿no se supone que el amor es algo que te desarma y te arma en un instante?

Mi madre me decía al teléfono: —Angie, cariño, entiendo que te sientas así, pero recuerda que el amor es diferente para cada persona. No todos experimentamos las mismas emociones y sensaciones. Lo importante es que te sientas feliz y satisfecha en tu relación. Si algo no te hace sentir completa, tal vez debas hablar con Daniel y expresarle tus inquietudes. La comunicación es fundamental en cualquier relación, hija.

Sus palabras resonaron en mi cabeza. Tenía razón, la comunicación era clave y quizás era hora de tener una conversación seria con Daniel.

Una semana después, Daniel regresó de la convención y nos encontramos en su oficina. Mis sentimientos de confusión y nostalgia se habían acumulado y finalmente los iba a expresar, por ello estaba un poco nerviosoña.

—Daniel, necesito hablar contigo —dije con voz firme pero temblorosa.

Él me miró preocupado y tomó mi mano.

—Por supuesto, Angie. ¿Qué sucede?

Tragué saliva antes de continuar.

—Siento que algo falta en nuestra relación. Aunque me haces feliz y me valoras, hay momentos en los que no me siento del todo completa. Me pregunto si esto es normal, si es algo que puedo solucionar o si simplemente es una señal de que algo está mal.

Daniel me escuchó atentamente y acarició mi mejilla con ternura.

—Angie, comprendo cómo te sientes. El amor es un camino de descubrimiento constante, y a veces pueden surgir dudas. Pero te aseguro que mi amor por ti es real y sincero. Si sientes que algo falta, hablemos al respecto y encontremos una solución juntos.

Respiré aliviada al escuchar sus palabras comprensivas. Habíamos despejado el camino para una conversación profunda y honesta. A pesar de mis temores, sabía que estaba en el lugar correcto con la persona adecuada.

—Gracias, Daniel. Quiero aprender a navegar en esto del amor y encontrar la plenitud en nuestra relación. No quiero rendirme tan fácilmente, pero necesitamos trabajar en ello juntos.

Él sonrió y asintió.

—Estoy dispuesto a hacer todo lo necesario para que nuestra relación sea sólida y llena de amor. Prometo escucharte, apoyarte y hacer todo lo posible para que te sientas completa a mi lado.

El peso de la conversación se aligeró y una sensación de esperanza llenó el aire.

—Gracias por todo esto, Daniel.

Me abrazó y besó mi frente.

—Creo que deberíamos formalizar nuestra relación —Escuché pronunciar.

—¿Formalizar? ¿Hablas de matrimonio?

Se alejó un poco y me tomó de la mano.

—Llevamos unos meses saliendo y creo que es momento de formalizar.

Me solté al instante de él. "¿Cómo se supone que me casaré con él si desconfío de nuestra relación?", pensé desanimada.

Mis pensamientos se volvieron un torbellino de confusión y duda. No esperaba que Daniel me propusiera matrimonio en ese momento, y aunque valoraba su amor y apoyo, no me sentía lista para dar ese paso tan importante.

—Daniel, lo aprecio mucho, pero creo que es demasiado pronto para hablar de matrimonio. Aún tenemos mucho por descubrir y construir en nuestra relación. Necesitamos tiempo para fortalecer nuestro vínculo y asegurarnos de que estamos en la misma sintonía.

Su expresión pasó de sorpresa a decepción, pero intentó mantener la compostura.

—Lo entiendo, Angie. No quería presionarte, solo pensé que sería un siguiente paso lógico para nosotros. Pero si no te sientes lista, respeto tu decisión.

Me sentí culpable por haberlo desanimado, pero sabía que era lo correcto. El matrimonio era una institución seria y no podía entrar a ella con dudas en mi corazón.

—Gracias por entender, Daniel. Te amo y aprecio mucho nuestra relación, pero quiero asegurarnos de que estamos en la misma página antes de dar ese gran paso. Necesitamos seguir conociéndonos y construyendo una base sólida.

Él sonrió tristemente y asintió.

—Tienes razón, Angie. Debemos construir una base sólida antes de pensar en el matrimonio. Quiero que estés segura y feliz en nuestra relación, incluso si eso significa esperar más tiempo.

Me acerqué a él y lo abracé con ternura.

—Gracias por entender, Daniel. Valoro tu amor y apoyo, y sé que juntos encontraremos la manera de hacer nuestra relación aún más fuerte.

Después de ese día, vi correr los días cada vez más. Nuestra relación seguía como siempre, él me trataba con dedicación y ternura como siempre. Continuamos trabajando en nuestra relación. Tuvimos conversaciones profundas y honestas, compartimos nuestros sueños y metas, y aprendimos a entender las necesidades y deseos del otro.

Los momentos de sexo no son totalmente como me gustan, pero no me quejo. No todo tiene que ser perfecto, ¿o sí? Siento que soy insaciable.

A medida que pasaba el tiempo, mi confusión y nostalgia comenzaron a disiparse. Me di cuenta de que la plenitud no se encontraba solamente en una persona o en un título de matrimonio, sino en la capacidad de encontrar la felicidad dentro de mí misma.

Mis padres me habían enseñado que el amor propio era fundamental, y ahora entendía plenamente su lección.

No necesitaba un matrimonio para sentirme completa, sino la certeza de que estaba en una relación basada en el respeto, el apoyo y la comprensión mutua. Tal y como mis padres la tenían.

Con el paso de los meses, nuestra relación floreció.

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