Capítulo 9.
Elisa nunca había estado recostada en una cama tan cómoda, grande y complaciente como esa.
Las colchas eran como un abrazo en medio de una noche lluviosa, llena de truenos, lo cual a ella la aterraban, pero la luz que entraba por la ventana le indicaba que el sol estaba muy alto y el día ya había transcurrido más de la mitad.
En medio de la inconsciencia comenzó a sentir que algo corría por su rostro.
Abrió de manera rápida y consciente los ojos.
No podía estar sucediendo de nuevo. No aquí.
—No puede ser. —Susurró nerviosa.
Se levantó de manera inmediata de la cama para no manchar la colcha y corrió hacia una puerta que se encontraba en la misma habitación, donde podría conseguir unas telas para detener la hemorragia nasal que siempre llegaba constante a su vida.
No había pasado veinticuatro horas en este lugar cuando ya iba dejando rastro de sus rarezas, aunque en este momento ella sonrió.
“¿Qué puede ser más raro que un hombre lobo? ¿Un castillo? ¿Brujos y magia? Un poco de sangre no