Isabel notó que se le secaba la boca. Ella sí sabía lo que le gustaría hacer. Quería agarrarlo de la mano y volverlo a meter en la cama. Quería que la besara y que acariciara su cuerpo hasta que ella gimiera de deseo, y que después la poseyera.
-¿Qué? -preguntó al fin.
-Quiero salir de aquí. -ella lo miró confundida.
-¿Qué quieres decir?
-Necesito respirar un poco de aire que no sea el de esta habitación o el de esa apestosa taberna. ¿Por qué no nos vestimos, desayunamos y nos vamos al campo? Solo por un par de horas. ¿Qué te parece?
De pronto, el ambiente se llenó de tensión.
-De acuerdo -convino ella.
Mientras se dechaba decidió que ir al campo era una buena idea. Seguramente, el tiempo que pasara fuera de aquella habitación y