Obligado por su honor y el amor que tenía a su país, Adam Sinclair no dudó un momento en ayudar a la princesa Isabel Stanbury a poner en práctica su inteligente plan para rescatar a su padre, el rey Michael. Con lo que no había contado era con los sentimientos que volverían a surgir al estar al lado de la única mujer a la que realmente había amado en su vida... Tampoco se le había ocurrido que le iba a resultar tan agradable fingir que eran un matrimonio. Adam era consciente de que el país dependía de que él fuera capaz de rescatar al amado Rey, pero, ¿sería capaz de ir contra los mandatos de su corazón?
Leer másEl capitán Adam Sinclair odiaba tener que esperar. Después de mirar el reloj, frunció el ceño y esperó a que abrieran la puerta para pasar al despacho de Isabel Stanbury.
Isabel Stanbury, no solo era princesa de Edenbourg sino también un miembro del gabinete y del Ministerio de Defensa, y la mujer que nunca desaparecía de sus pensamientos... una mujer de la que él nunca podría disfrutar excepto en los sueños prohibidos que tenía demisiado a menudo.
Aunque soo llevaba esperando diez minutos, le parecía una eternidad y la espera resultó más difícil que nunca al recordar la voz de ella por teléfono cuando concertaron la cita. Parecía nerviosa y eso ke preocupaba. Isabel era una mujer fuerte que rara vez se dejaba llevar por sus sentimientos.
Frunció el ceño y contuvo el impulso de levantarse y pasear por la sala. La secretaria de Isabel lo miró como si hubiera notado su impaciencia, pero no sonrió para tranquilizarlo. Esos días la gente no sonreía mucho en Edenbourg. Tres meses antes había secuestrado al rey Michael y el país estaba sumido en el caos. Como parte de un plan de la realeza, el príncipe Nicholas estaba escondido desde entonces, pero la población de Edenbourg lo daba por muerto, y Edward Stanbury, el hermano enemistado de Michael, se había convertido en l rey de Edenbourg. En otras palabras, el país estaba inmerso en una situación de desorden real.
Adam estaba fuera del país cuando secuestraro al rey Michael, trabajando en un asunto propio, intentando limpiar el nombre de su padre. Dejó sus asuntos de lado cuando Isabel lo llamó para pedirle ayuda para buscar el rey Michael. Y eso era lo que habían hecho durante los dos últimos meses... seguir pistas, investigar a los familiares y amigos... y no llegar a ninguna conclusión.
-Capitán Sinclair -lo llamó la secretaria-, puede pasar.
Adam asintió, se puso en pie y se estiró el uniforme. Sabía que era el arquetipo de un oficial bien arreglado. No había ni una sola pelusa en su inmaculado uniforme y ni un solo pelo descolocado en su cabeza. Sabía lo que se esperaba de un miembro de alto rango de la Royal Edenbourg Navy y Adam se preocupaba de cumplir los requisitos con creces.
Tenía que trabajar mucho para vencer los rumores que corrían acerca de su padre. Trató de no pensar en ello y abrió la puerta del despacho. Isabel se puso en pie al verlo entrar. Él se detuvo junto a la puerta y la saludó.
-Capitán Sinclair -lo saludó ella en un tono de voz que él siempre encontraba atractivo-. por favor, cierra la puerta y siéntate -señaló una silla que había junto al escritorio.
Él cerró la puerta y se sentó tratando de no fijarse en lo guapa que estaba. Como era habitual, iba vestida con un traje azul con el emblema familiar borbado en uno de los bolsillos de la chaqueta.
Lo que no era habitual era su melena castaña despinada y los círculos oscuros que había bajo sus preciosos ojos verdes. Ambas cosas le daban untoque de vulnerabilidad. Parecía tensa y cansada.
Él sabía que los últimos tres meses habían sido muy difíciles para ella. Era consciente del amor que Isabel sentía por el rey Michael. Ella no se sentó sino que se apoyó en la parte delantera del escritorio, dejando ante Adam sus esbeltas piernas cubiertas por una falda corta. Esas piernas eran las causantes de que Adam hubiera pasado muchas noches en vela.
La princesa Isabel Stanbury no era guapa en el sentido tradicional, aunque había belleza en sus rasgos. Sus cejas eran oscuras y tenía los ojos más verdes que él había visto nunca. Su nariz era fina y recta... la nariz de los Stanbury. La boca parecía un poco demasiado grande para su rostro, hasta que sonreía, entonces encajaba a la perfección.
-Gracias por venir -dijo ella. Como siempre, había cierta tensión entres ellos-. Hay novedades.
-¿Qué clase de novedades?
Las últimas <<novedades>> estuvieron a punto de matarla. Adam tuvo que contener un escalofrío al recordar cómo una bala estado a punto de alcanzarla por la espalda. Isabel estiró para buscar un papel en el escritorio y la chaqueta se tensó sobre sus pechos.
Adam se sintió como si la temperatura de la habitación hubiera subido diez grados. Desvió la mirada habia la pared y no volvió a mirar a Isabel hasta que ella le tendió una hoja de papel.
-¿Qué es esto? -preguntó al ver una lista de nombres que no conocía.
-La lista de los socios y amigos más cercanos de Shane Moore. Me la ha dado su hermana Meagan.
Adam trató de ignorar la cercanía de Isabel. El aroma de su perfume invadía el aire y él se armó de valor para resistir su fragancia evocadora.
-¿Y qué pretndes hacer con ella?
Isabel se sentó en el borde del escritorio.
-Averiguar lo que saben. Seguro que alguien de esa lista sabe dónde está mi padre y quién es el responsable de su secuestro. Shane Moore era solo un títere que alguien manejaba, y quiero saber quién es ese alguien -los ojos le brillaron de un modo que Adam encontró desconcertante... reconoció el birrlo como signo de problemas.
Cuando Isabel cumplió su período de servicio en la Marina, Adam había sido su oficial al mando y enseguida notó que ella era una persona autosuficiente y muy inteligente. También obstinada y cabezota y que no estaba dispuesta a quedarse a un lado, sino que actuaba siempre que le resultaba posible.
Adam se negó a contemplar otros rasgos de su personalidad que encontraba demasiado atractivos... como el tacto sedoso de sus cabellos y la íntima presión de su cuerpo junto al de ella.
Había tenido que luchar contra el recuerdo del único momento en que ambos estuvieron a punto de olvidar sus cargos y casi compartieron un beso prohibido. Casi.
-¿Y qué te hace pensar que la gente que aparece en esa lista hablará contigo, o confiará en ti? -preguntó él intentando centrarse en el trabajo en lugar de en el placer que nunca compartieron.
-Voy a ir de incógnito -alzó la barbilla y lo miró como retándole a que la detuviera.
-¿Necesito recordarte, Alteza, que solo ha pasado una semana desde que Shane Moore te disparó por la espalda? -lo que Adam nunca le contaría era que durante la última semana había tenido pesadillas acerca del momento en que Shane apuntó a Isabel con la pistola-. Si no llega a ser porque tu primo Luke reaccionó deprisa, no estaríamos manteniendo esta conversación -continuó-. No podrías hablar con nadie.
-Sigo sin estar convencida de que mi querido primo Luke no tenga nada que ver con la desaparición de mi padre.
-Te salvó la vida -comentó Adam. Ella asintió.
-Así lo hizo, pero al mismo tiempo ¿se las arregló para matar a un conspirador antes de que pudiera hablar? -Adam suspiró.
-Yo también he pensado en esa posibilidad -admitió-. Pero no puedes ir e ingógnito -propestó- Tu aparece todos los días en los periódicos. La gente sabe quién eres.
Adam intentó no pensar en las últimas fotos que habían publicado en los ecos de sociedad. Ella aparecía bailando con un joven de la realeza llamado Sebastian Lansbury, un primo lejano de los Thortons, la familia real de Roxbury.
Los titulares hacían referencia a los rumores acerca de que estaban comprometidos y Adam se sorprendió al sentir que se le encogía el corazón. Ese mequetrefe de pelo rubio no era el tipo de hombre que una mujer fuerte, independiente y pasional como Isabel necesitaba.
-La gente está acostumbrada a verme como princesa -contestó ella y comenzó a peasear frente a él. Cada vez que pasaba por delante suyo, él inhalaba su aroma y senía cómo afectaba a sus sentidos-. Confía en mí, puedo hacerlo de manera que nadie me reconozca como la princesa Isabel.
-Es una tontería -contestó Adam.
-¿Por qué? -Una de las cosas que siempre había admirado acerca de ella era cómo cuestionaba la autoridad, exigía explicaciones racionales y se permitía ser abierta cuando lo eran los que estaban bajo su mandado. También era lo que le molestaba acerca de ella. Isabel se detuvo frente a él-. Dime por qué crees que es una tontería.
<<Porque no quiero que te pase nada. Porque no puedo imaginarme el mundo sin ti>>. Por supuesto, no le dijo y nunca le diría esas cosas.
-Sabes que tipo de persona era Shane Moore... era un hombre peligroso, y me atrevo a pensar que sus socios, amigos y conocidos también lo son.
-Por eso no deberías hacerlo -contestó él-. Sabes lo que tu padre habría queridp, habría querido que trabajaras desde aquí, y no en la línea del frente arriesgando tu vida.
Sabía que la había molestado al recordarle la relación que tenía con su padre. Isabel frunció el ceño y dijo:
-Mi padre querría que todos hiciéramos lo posible por encontrarlo. Estoy harta de sentarme a esperar que alguien lo encuentre -comenzó a pesar de un lado a otro. Estaba tensa y caminaba con decisión-. Sabemos que Shane Moore era el responsable del secuestro de mi padre y sabemos que también era el responsable del secuestro de Ben.
El rey Nicholas se movía despacio por la capilla. Llevaba a la pequeña LeAnn en un brazo y una linterna en la otra mano. Aunque estaba agotado, las emociones el día todavía le daban fuerza.Cuando terminó la boda de Adam e Isabel, él fue a buscar a su hija. Esperaba encontrarla dormida, pero la pequeña lo recibió balbuceando. La tomó en brazos y decidió llevarla con él. Detrás del altar, bajó las escaleras que llevaban hasta las catatumbas.Con la linterna iluminó el estrecho pasadizo y mientras caminaba se fijó en las sombras que se reflejaban en la pared. Abrazó a su hija. Le encantaba el aroma de la pequeña. Era la niña de sus ojos, el resultado del amor que sentía por la madre de LeAnn.Él había notado que el mismo amor se había apoderado de Adam e Isabel, cuando ese mismo día unier
Vio que Marcus Kent rodeaba el brazo a la princesa Dominique. Que Jake Stanbury hablaba con su esposa Rowena y que el amor que sentían el uno por el otro se reflejaba en el lenguaje corporal que utilizaban. También estaban Ben Lockhart y Meagan Moore y Adam sabía que no tardarían mucho en casarse.El secuestro del Rey había conseguido una cosa, que la gente cercana encontrara el amor... igual que Adam había encontrado el amor en Isabel. Pero Adam solo era un oficial de la Royal Edenbourg Navy, no el tipo de persona que el rey Michael quería para su hija, no tenía la sangre rela que el rey Nicholas deseaba para su hermana.-Quédate aquí -dijo Isabel cuando llegaron frente a la plataforma.Le soltó la mano y Adam miró con curiosidad cómo arrancaba una flor de uno de los ramos y regresaba hasta donde estaba él.-¿Qué estás
-Lleváoslo -le dijo el rey Michael a la gurdia-. Y ocupaos de que mi hermano reciba atención médica ahora mismo.Media hora más tarde, Michael y Josephine salieron frente a la multitud que se agolpaba en la catedral. Con los brazos en alto, el Rey saludó a quienes le aclamaban una y otra vez. Isabel miró a Ada, quien estaba de pie, a la derecha de su hermano y su padre.Él la miró y ella supo que compartían la alegría de haber encontrado al culpable, quien pasaría el resto de su vida entre rejas. También sabía que los soldados habían salido a buscar el resto del grupo que había secuestrado a su padre. Había terminado el peligro para su familia.-Ciudadanos -dijo el rey Michael-, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que salí a hablar con ustedes -la gente comenzó a gritar y el rey Michael levantó la mano par
La guió hasta la puerta y vio la sorpresa en sus ojos... sorpresa y dolor, porque sabía que le iba a pedir que se fuera.-Isabel -le dijo-, me has traído el regalo de la verdad, pero es un arma de doble filo y necesito un tiempo para asimilarlo todo.-Sé que estás muy afectado, pero me gustaría consolarte -su mirada estaba llena de amor-. Adam, yo...Él le tapó los labios con un dedo.-No lo digas, Isabel -sabía que estaba a punto de decirle que lo amaba y que no podría soportar oír sus palabras. No en ese momento. Ni nunca-. Gracias, Isabel. Ahora vete a casa y te veré mañana en la coronación- ella se disponía a marcharse, pero él la detuvo un instante-. Isabel... a mí también me ha encantado ser tu esposo -dijo, y cerró la puerta.Se apoyó en la puerta y sintió el escozor de las
-Sé que es ridículo, pero me siento como si estuviéramos divorciándonos -un divorcio que ella no deseaba. Las lágrimas rodaron por sus mejillas. Él le tocó el brazo. Era una caricia suave, pero el cuerpo de Isabel se llenó de dulces sensaciones.-Vamos, te acompañaré hasta la puerta.Salieron del coche y él caminó a su lado. Había tantas cosas que ella quería decirle, pero sus sentimientos se habían quedado atrapados en la garganta y no podía ni hablar.-Isabel -dijo él-, parte del peligro que tienen las operaciones encubiertas es que, a veces, la gente se queda atrapada en el papel que tiene que representar -ella asintió, era incapaz de hacer nada más. Se detuvieron cerca de la puerta donde había dos guardias apostados-. Es hora de olvidar el juego -dijo él-. La operación ha sido un éx
-Pero si los rumores continuaban y alguno de mis hombres dudaba de mí, yo iba a dejar mi puesto. No puedo ser un líder si dudan de mi integridad.Isabel deseaba tener alguna respuesta que darle, deseaba haber recibido noticia de los investigadores a quienes había encargado el caso. Pero no sabía nada.-¿Te puedes creer que Willie Tammerick estaba metido en esto? -preguntó para cambiar de tema-. Y que trató de llevarnos hacia los Patriots sabiendo que él era uno de los culpables.-Me engañó por completo -dijo Adam-. Yo pensaba que los culpables eran Blake Hariman y su grupo, pero supongo que son otro grupo de rebledes desilusionados.-¿Dónde está Willie?-En una de las habitaciones cos dos guardias. Tu padre y yo hemos pensado un plan.-¿Qué tipo de plan? -preguntó ella.Él le
Último capítulo