Bernadette Baskerville es la heredera de su poderosa familia que ha perdido su nobleza y se ha casado con Kendrick Godric, el próximo Duque de Devonshire, para recuperar lo perdido. Víctima de una cruel calumnia orquestada por la amante de su esposo, ha sido expulsada, humillada y forzada a firmar el divorcio. Arrojada para morir, Bernadette es salvada por Henrick Godric, hermano menor de su cruel ex esposo, y quien ha decidido protegerla desde las sombras. Sin recordar el rostro de su salvador, Bernadette se ha enfrascado en el camino de la venganza sin saber que esté la llevaría a descubrir la compasión y el amor en ese hombre prohibido para ella: El hermano de su ex que guarda un gran secreto que podría cambiarlo todo. ¿Podrá el amor verdadero superar el odio y la sed de venganza?
Ler mais— Levántate, y vete quiero que te largues de mi casa tan pronto como te levantes…no eres más que una asquerosa traidora que me ha engañado, y el bebé que esperas, de ninguna manera puede ser mío —
Bernadette se tocó la mejilla mallugada por aquella bofetada que recibió de su esposo, luego de ser cruelmente acusada de una infidelidad que jamás cometió. Alzando su vista hacia el, notó con pesar aquella cruel mirada en Kendrick Godric, el hombre que prometió amarla y protegerla frente al altar y sus padres, para toda la vida. El, había preferido creer en las palabras de otra. Había preferido creerle a su amante. — Eres tan blando, cariño, pero, ese vestido es demasiado costoso, mucho más de lo que merece una sucia infiel como ella. Al final, demostró ser la escoria que creías que era desde el principio, es una pena que tus padres la eligieran para ser tu esposa solo por su decadente apellido — dijo Chiara Cervantes, acercándose a Kendrick. — ¿No crees que ese vestido se verá mejor en mi? Ahora que seré tu esposa, y que sabes que yo jamás te traicionaría, debo de verme exactamente a tu altura mi amor…y sería un completo desperdicio que ella se llevase ese vestido… — Kendrick miró con desprecio a aquella sucia mujer. Había sido un completo estúpido por haberla amado a pesar de todo. Bernadette Baskerville había demostrado ser exactamente el tipo de mujer que temía desde el principio…una marginal traidora que solo tenía un buen apellido. Acercándose a ella, la forzó a ponerse de pie y la miró directamente a sus ojos violeta que una vez había adorado. Luego, se alejó. — Eres tan ruin que me acusas a mi de tener un amante cuando eres tú quien ha metido a esa mujer en nuestra cama. ¿Cómo te atreves? — cuestionó indignada. Kendrick se río al mismo tiempo que Chiara. — Oh no querida, yo no soy la amante de Kendrick, soy su mujer, su verdadera mujer, y así debió de haber sido siempre, firma esos papeles y libera a mi hombre del lastre que eres, un apellido prominente pero en la ruina, no es digno para un heredero de los Godric, si no lo haces, Kendrick hará que las empresas de tu padre dejen de recibir el apoyo de la reina, y no creo que quieras que tu familia pierda mas de lo que ya ha perdido… ¿O si Bernadette? — Mirando a Kendrick, supo que el estaba dispuesto a arruinar aún más a su familia. Tomando aquellos papeles de las manos de Chiara, Bernadette puso su firma en ellos. Desde ese momento y para siempre, ella y Kendrick eran libres del otro. — Te vas a arrepentir de esto… — musitó. Acercándose nuevamente a Bernadette, Kendrick la tomó por la barbilla para contemplar su rostro. Aquella mirada no derramaba lágrimas, y el, lo odió. — Chiara tiene razón, no mereces nada más de mi que no sea mi desprecio — Y haciendo uso de su fuerza, Kendrick rápidamente comenzó a arrancar bruscamente aquel vestido del cuerpo de su ahora ex esposa, hasta dejarla en ropa interior. Bernadette, apretando sus puños ante aquella cruel hazaña, se mordió el labio inferior negándose a derramar una sola de sus lágrimas, pues no iba a darles el gusto a esos dos miserables de verla rota y herida. — Que patética eres, Bernadette, pero eso te pasa por creer que alguien como tu, de tu…calaña, podría ser la digna esposa de Kendrick Godric, el próximo Duque de Devonshire — La risa burlona de aquella mujer que tan solo se había dedicado a instigar y crear falsos rumores contra ella desde el primer instante en que puso un pie en el castillo Devonshire, resonó en aquella habitación. Los sirvientes habían volteado la mirada para no verla casi desnuda, maltratada y humillada; sus damas, sollozando casi en silencio, prefirieron salir corriendo de allí. — Ven aquí m*****a traidora, ahora verás porque no debiste traicionarme jamás — Y tomándola del brazo, Kendrick comenzó a empujarla en dirección a la enorme y vieja puerta que una vez la vio entrar como la esposa de aquel hombre al que ella amó desde que era una niña, y ahora, la veía salir sumergida en la humillación. — Yo no te traicionaría jamás, Kendrick, pero si has decidido creer a esa mujer antes que a mí, entonces, que así sea. Algún día, volveremos a vernos las caras y te lo juro, haré que te arrodilles frente a mi. — dijo con voz firme la hermosa mujer de cabellos rubios y piel tan blanca como la nieve que caía fuera del castillo. Mirándola con odio y sin ningún tipo de miramiento, Kendrick Godric arrojó con crueldad a Bernadette Baskerville casi desnuda hacia afuera, haciendo que está rodará las escaleras hacia abajo haciéndose daño. — Escúchame bien, Bernadette, tu nunca has sido nada sin mi y jamás serás nada si no estoy a tu lado, el día que vuelva a verte y si tienes más poder que yo, entonces, me arrodillaré ante ti, mientras tanto, intenta sobrevivir a la nevada, porque nadie aquí, va a ayudarte. — Bernadette pudo ver aquella sonrisa triunfal y burlona en Chiara Cervantes, y un profundo desprecio y rencor en Kendrick Godric. Levantándose a duras penas, y tocándose el vientre temiendo por la vida de su hijo o hija, la mujer les dio la espalda a ambos y caminó por el viejo sendero empedrado que una vez la recibió con regocijo. Ella volvería a ese lugar, y haría que esos dos miserables pagarán por lo que le habían hecho. Chiara Cervantes se abrazó de Kendrick Godric mientras miraba a Bernadette marchando casi desnuda entre la nieve. Todas aquellas mentiras que le había dicho al hombre que deseo para ella siempre, finalmente dieron resultado después de todo un año, y ahora ella, y nadie más que ella, sería la esposa de Kendrick Godric, la única mujer que calentaría su cama. El corazón de Bernadette se había roto en pedazos. Había sido la prometida de Kendrick desde que tenía memoria, y aún cuando su matrimonio fue un arreglo entre sus familias, siempre lo vio como aquel príncipe que la amaría a pesar de que su familia había perdido sus títulos décadas antes, pero, no había sido así, y esa imagen en su mente, se había desvanecido por completo. Los pies le dolían, la helada nieve los estaban quemando, pero, aún así, no se detendría. Aquel sufrimiento, aquella humillación, le sería recompensada un día. De a poco, su piel amoratada se iba enfriando más y más ante aquella tormenta que sin piedad asolaba aquella región. Pronto, se quedaría sin fuerzas. No sabía por cuánto tiempo había estado caminando. Aquel recorrido por la carretera azotada por la tormenta, era brutal. El hielo se le clavaba en la piel como pequeñas agujas que le hacían daño. Iba a morir pronto de no encontrar un refugio, y pocos autos pasaban por aquel lugar que estaba prohibido para las personas comunes. Kendrick y Chiara la querían muerta, pero ella no podía simplemente rendirse. Tomando todas las fuerzas de su ser siguió caminando, notando aquellas luces de un auto que parecía aproximarse y luego detenerse. Dando un paso en falso, y para aumentar aún más su sufrimiento y miseria, Bernadette tropezó, sin embargo, no fue recibida por la fría nieve. — ¿Qué haces aquí? — Aquella voz ronca y conocida la hizo mirar aquellos ojos azules como el cielo que tenía años sin ver. Los brazos fuertes y cálidos, la levantaron del suelo. — ¿Q-Quien eres? — y musitando apenas sin voz aquella pregunta mirando al borroso rostro del desconocido, Bernadette, se desmayó. Aquel hombre de cabellos oscuros como la noche y ojos azules como el cielo matutino después de una noche de lluvia, acarició el hermoso rostro de la mujer en sus brazos. Aquello que le habían hecho era imperdonable. Caminando con ella hacia su lujoso auto clásico, esa noche arrojó improperios y desprecios hacia quienes habían hecho aquello con aquella pobre mujer que parecía muerta, y cuyo sufrimiento se notaba en su hermoso rostro. — Vamos al hospital — ordenó a su chófer con aquella frágil y temblorosa rubia en sus brazos. El castillo de Devonshire, pronto, quedó atrás. Horas después, en el hospital, Bernadette lloraba amargamente. — Lo sentimos, señora Baskerville, pero no pudimos hacer nada para salvar la vida de su hijo — Derramando lágrimas por la vida perdida debido a la crueldad de la mentira y desconfianza, Bernadette Baskerville juró vengarse de todos aquellos que habían causado su desgracia, y sin recordar el rostro de aquel extraño que la salvó en la carretera, le agradeció por ayudarla a sobrevivir. Tocando su vientre vacío, la mujer de ojos violeta derramó las últimas lágrimas que se permitirá derramar desde ese momento. Pues había nacido, su venganza.Los fuegos artificiales resplandecían en lo alto. Ocho meses habían transcurrido desde aquella boda roja, como fue nombrado el día de su matrimonio con Henrick Godric, y Bernadette observaba las hermosas estelas de luz colorida en el cielo. Saludando al pueblo que la ovacionaba emocionado, Bernadette sonrió y miró a su amada tía, la Reina Berta, que junto a su madre sostenía a su pequeño hijo: El príncipe Gabriel.Sosteniéndolo en sus brazos, Bernadette y Henrick mostraron su heredero al pueblo de Inglaterra, que, sobrecogido por la emoción, celebraban el nacimiento del príncipe Gabriel.Besando los labios de su esposo, la hermosa rubia lo tomó de la mano y caminó junto a él al interior del castillo de Devonshire. Apoyada por su esposo, Bernadette regresó a su cama, la misma en la que Henrick había nacido. Hacia apenas unas horas, allí mismo había dado a luz a su amado hijo.—Realmente eres temeraria, pero ciertamente todos están felices, y Gabriel, Dios, solo míralo, es hermoso. — di
Chiara Cervantes se burlaba desde su cama en el hospital. Eduardo Cervantes había disparado casi a quema ropa para asesinar a Bernadette Baskerville, pero el entrometido de Henrick Godric se había interpuesto entre ambos recibiendo varios disparos en la espalda y cayendo frente a la nueva Reina de Inglaterra. Bernadette, ahora era televisada en vivo gritando como una loca, y Chiara sentía verdadero placer en ello.—Maldita…si yo no puedo ser feliz, entonces tu tampoco merecer serlo. — dijo Chiara regodeándose del dolor de aquella mujer a la que había odiado durante prácticamente toda su vida.Eduardo Cervantes sonrió antes de ser sometido por los guardas reales. Con lágrimas de dolor, de horror y confusión, La Reina Bernadette soltó un grito desgarrador. Frente a ella, el cuerpo de su amado esposo había caído intentando protegerla a ella. El vuelo de la paloma blanca se elevó, y Henrick, apenas respirando, miraba a su esposa a los ojos.—¡Una ambulancia! ¡Se los ruego! ¡Salven a mi es
La marcha nupcial se escuchaba, y todos los invitados en la hermosa abadía de Westminster, se sentían verdaderamente ansiosos de ver a la novia que pronto haría su espectacular aparición. La Reina Berta, esperaba con gran emoción ver a su querida sobrina entrando, mientras permanecía apoyada por su fiel Andrew, junto a Henrick Godric. Ella había entrado junto a él, siendo que el joven no tenía familia alguna acompañándolo. Mirando aquel par de asientos vacíos, con los nombres de sus padres encima, Henrick sonrió tristemente. De alguna manera, deseo creer que su madre estaba allí en ese momento…acompañándolo.—Se que tu madre está aquí a tu lado, y ella está muy orgullosa de ti, Henrick, sé que tú y mi Bernadette, darán lo mejor de sí mismos por ser felices, y por nuestra gloriosa nación también. — dijo la reina que cada vez lucia más y más cansada.Henrick asintió. — Creo que ella está aquí en verdad, mi madre siempre fue la mejor…y aunque voy a extrañarla toda mi vida, me hace muy fe
—El día de mañana se llevará a cabo la boda real entre la princesa heredera Bernadette Baskerville y el Duque heredero de Devonshire Henrick Godric. Se habla de una ceremonia por todo lo grande y ya se siente la emoción en el ambiente de Londres… —El botón de apagado fue oprimido, y Eduardo Cervantes miró su propio reflejo en aquella pantalla oscura. Levantándose, abrió la ventana de aquel hotel barato, y sintió el viento frio golpearlo a la cara. Era septiembre, y las hojas de los árboles caían con lentitud hacia el suelo. Había logrado llegar a Londres sin ser detectado, y aun cuando ya se había expedido una ficha de búsqueda internacional por él, nadie realmente prestaba atención a la urgencia de su captura ante la “emoción” que el pueblo ingles estaba sintiendo por la boda que sería llevada a cabo al día siguiente. Todos hablaban de la bella princesa Bernadette, de su generosidad y de cómo había ayudado a un orfanato, así como también la gente esparcía los rumores sobre Chiara Ce
La noche había caído, y en cada casa española, se seguía escuchando la noticia que contaba la verdadera cara de Eduardo Cervantes. Las personas no habían tenido duda alguna en unificar su condena: el nuevo Rey ya no era bienvenido en su tierra, y pronto la queja comunitaria, se había convertido en un aullido generalizado que exigía un castigo ejemplar para el Cervantes. Oculto en la oscuridad de la noche, Eduardo observaba a las personas pasar mientras se mantenía bajo resguardo dentro de una de sus camionetas; gran parte de sus hombres también le había dado la espalda una vez que sus “pequeñas” indiscreciones salieron a la luz pública, y ahora solo un puñado de ellos junto a su mayordomo, se mantenían fieles hasta el final. ¿Cómo era que Martina se había conseguido las pruebas? ¿Cómo era que la vida decidía quitárselo todo cuando ya lo tenía en la mano? Habiendo crecido casi como un mendigo y sabiendo que tenía sangre de la realeza en sus venas, aquel sentimiento de impotencia que
En España, Martina sonrió.“En un giro inesperado de hechos, el Rey Eduardo Cervantes, ha sido acusado del homicidio del príncipe heredero…”Aquella noticia se había regado como la pólvora, y el pueblo estaba enardecido. Todas las pruebas recabadas por Odette Brown le habían sido de gran ayuda, y sabía que Eduardo comenzaría a dar sus últimos esfuerzos para mantenerse en el trono. Cruzándose de brazos, la joven princesa sonrió al ver cómo todos en el palacio de la Zarzuela corrían de un lado a otro. Aquel escándalo había estallado, y ahora Eduardo se encontraba entre la espada y la pared. Estaba acorralado. En su estudio, Eduardo arrojaba todo objeto que estuviese a su alcance contra los muros. ¿Cómo era posible que todo aquello saliera a la luz? ¿Quién se había atrevido a exponerlo en los medios? Su teléfono no había dejado de sonar en todo la tarde, y sabía que era cuestión de tiempo hasta que el pueblo español exigiera un juicio en su contra. Frustrado, continuaba rompiendo todo a
Último capítulo