CAPTITULO IV: En un lugar desconocido

Antonella abrió los ojos con dificultad y trató de enfocar su vista en el mundo que la rodeaba. Todo parecía diferente. Los colores, los sonidos, los olores, todo estaba fuera de lugar. Trató de recordar cómo había llegado allí, pero no lograba recordar nada más allá del estallido en el tren.

Miró a su alrededor y vio a Nicholas tendido en el suelo a su lado. Se acercó a él y lo sacudió suavemente para despertarlo. Después de unos momentos, Nicholas abrió los ojos y se levantó con dificultad.

― ¿Qué pasó? ― preguntó Nicholas con voz somnolienta.

― No lo sé ― respondió Antonella, ―parece que hemos llegado a algún otro lugar. ¿Puedes ver algo?

Nicholas se puso en pie y se acercó a la ventana del tren. Miró hacia afuera y su expresión se volvió de asombro.

― ¡Estamos en París!― exclamó.

Antonella se unió a él en la ventana y lo vio con sus propios ojos. La ciudad era majestuosa y hermosa, pero parecía sacada de otra época. Los edificios eran altos y elegantes, con tejados a dos aguas y ventanas de vidrio emplomado. Los automóviles que circulaban por las calles eran clásicos y antiguos.

― No puede ser ―dijo Antonella con voz temblorosa. ―Esto es imposible. ¿Cómo es que estamos aquí?

Nicholas se acercó a ella y la tomó de la mano.

― No lo sé, Antonella ―dijo con voz suave. ―Pero estamos aquí, eso es lo único que importa ahora.

Antonella lo miró a los ojos y sintió que algo dentro de ella se derretía. No sabía si era la confusión, la incertidumbre o la atracción que sentía hacia él, pero se dejó llevar por el momento.

― ¿Qué hacemos ahora? ―preguntó Antonella, tratando de concentrarse en el momento presente.

― No lo sé―dijo Nicholas, ―pero tenemos que encontrar una forma de volver a casa.

Juntos, Antonella y Nicholas se bajaron del tren y se encontraron en una estación de tren que parecía sacada de otra época. Los colores eran más brillantes y las formas más audaces que lo que Antonella había visto en su vida.

Se dirigieron hacia la salida y se encontraron en una calle empedrada con tiendas y cafeterías a cada lado. La gente que pasaba por allí llevaba ropa de estilo “retro y vintage” , como si hubieran sido sacados de una película de los años sesenta.

―Esto es surrealista… ― dijo Antonella, mirando a su alrededor con asombro.

―Lo sé, ―dijo Nicholas. ―pero tenemos que mantener la cabeza fría y encontrar una manera de regresar a casa.

Mientras caminaban por las calles de París, Antonella y Nicholas se dieron cuenta de que estaban en una época fascinante y emocionante. La ciudad estaba llena de vida y de creatividad, y los dos se sintieron atraídos por la energía y la belleza que los rodeaba.

A medida que exploraban la ciudad, Antonella y Nicholas se dieron cuenta de que había mucho por descubrir en ese mundo desconocido. Quedaron maravillados con los edificios góticos que se alzaban majestuosos en cada calle y los monumentos históricos que adornaban la ciudad. También se sorprendieron al ver la moda, escuchar la música y presenciar la cultura de los años sesenta en pleno auge, todo lo cual resultaba emocionante y nuevo para ellos.

Unas señoritas de la época chocaron con Antonella mientras ambos jóvenes iban caminando por el Boulevard Saint-Germain, y ellas solo se limitaron verla de pies a cabeza al observar su extraña vestimenta; pero le dieron una mirada coqueta a Nicholas. Antonella al ver esto cogió del brazo al fotógrafo acelerando el paso, para que dejaran de mirarlo.

Nicholas se sintió incómodo ante la mirada de las señoritas, pero al mismo tiempo no pudo evitar sentirse halagado. Sin embargo, al ver la reacción de Antonella, entendió que no era el momento para coquetear y siguió caminando a su lado, tratando de no prestar atención a las miradas curiosas que recibían por su atuendo fuera de época.

Sin embargo, a medida que caminaban por la ciudad, Nicholas comenzó a darse cuenta de que había algo más que lo hacía sentir incómodo: su creciente atracción hacia Antonella.

No habían hablado acerca del beso en los labios que él le dio al haber perdido el reto, ni mucho menos el beso que ella le robó después en el momento justo que cayó ese rayo en el compartimiento de Antonella, mientras ambos estaban ahí haciéndose compañía debido a la tormenta eléctrica.

Por un lado, ella era una chica de diecisiete años, mientras que él tenía veintidós. Por otro lado, su formación y sus valores lo hacían sentir culpable por sentir algo más que amistad hacia ella. Pero a pesar de todos estos conflictos internos, Nicholas no podía evitar sentir una fuerte conexión con Antonella, una conexión que iba más allá del tiempo y del espacio. Mientras caminaban por la ciudad, Nicholas luchaba por mantener sus sentimientos bajo control, tratando de ocultar lo que realmente sentía por Antonella. Pero a medida que pasaba el tiempo, se daba cuenta de que cada vez era más difícil resistirse a la atracción que sentía hacia ella.

Finalmente, llegaron a un pequeño café en una calle tranquila, donde se sentaron a tomar una café y disfrutar del ambiente relajado y acogedor.

Antonella al percatarse que Nicholás no había dicho nada sobre el beso que el le dio por el reto y el beso que ella le robó poco después justo en el momento en que ese rayo la anoche anterior durante la tormenta, decide armarse de valor e iniciar una conversación.

―¿Estás bien, Nicholas? ―Pregunta Antonella con preocupación al ver que él parece estar en otro mundo.

Nicholas la mira a los ojos y trata de concentrarse en ella. Se da cuenta de que ha estado tan sumido en sus pensamientos que ha ignorado completamente cuantas calles habían caminado hasta el café en el que se encontraban y la conversación que estaba teniendo con ella.

―Lo siento, estaba pensando en algo. ―Dice él, tratando de sonar lo más natural posible. ―¿De qué estábamos hablando?

Antonella lo mira con una ceja levantada, notando que algo no anda bien con él.

―Estábamos hablando de la Torre Eiffel, ¿te acuerdas? ―Dice ella, tratando de refrescar su memoria.

Nicholas asiente con la cabeza, pero su mente sigue en otro lugar. Siente la necesidad de hablar con Antonella sobre lo que ha estado pasando entre ellos, pero no sabe cómo hacerlo sin arruinar su amistad.

Finalmente, reúne el valor suficiente y mira a Antonella directamente a los ojos.

―Antonella, necesito hablar contigo sobre algo. ―Dice él con seriedad.

Ella lo mira con curiosidad, sin saber de qué se trata.

―Claro, ¿de qué quieres hablar? ―Responde ella con una sonrisa en los labios.

Nicholas toma una respiración profunda y le habla desde el corazón.

―Quiero disculparme por haber aceptado el reto y besarte sin haber hablado antes sobre cómo te sentías al respecto. No quiero que pienses que te he presionado, me haya aprovechado de ti o que no respeto tus decisiones. Quiero que sepas que valoro mucho nuestra amistad y no quiero que nada la arruine. ―Dice él con sinceridad.

Antonella lo escucha con atención y se siente conmovida por su honestidad.

―No tienes nada de qué disculparte, Nicholas. Yo también acepté el reto voluntariamente y no me sentí presionada en ningún momento. Además, quiero que sepas que valoro mucho nuestra amistad y no quiero que nada la arruine tampoco. ―Responde ella con una sonrisa reconfortante, aunque por dentro ella grita de felicidad porque ha tenido su primer beso con un chico que acababa de conocer. ―Además yo fui la que te puso el reto de besarme, cuando perdiste la última ronda.. ―Le comenta Antonella desviando la mirada mientras tome su café y muerde su buñuelo, con un leve sonrojo en sus mejillas pero es atenuado por el humeante vapor caliente del café.

Nicholas asiente mientras la observa, sintiendo una extraña sensación en el estómago. ―Sí, fue mi culpa por perder el reto, pero en el momento no puedo evitar sentirme un poco nervioso al recordar el beso. ―Admite él, tomando un sorbo de su café para calmar sus nervios. ―Pero estoy contento de que hayamos aclarado las cosas. Y quiero que sepas que valoro mucho nuestra amistad también, Antonella. Eres una persona muy especial y me alegra mucho haberte conocido. ―Le dice con una sonrisa sincera en el rostro.

Antonella le devuelve la sonrisa, sintiéndose más relajada ahora que han hablado sobre el beso. ―Tú también eres una persona muy especial, Nicholas. Y estoy muy agradecida de haber viajado en el tiempo contigo y no estar sola en esta época, si tú no estuvieras aquí estuviera sucumbida al pánico. ―Le responde ella con sinceridad, disfrutando del cálido ambiente de la cafetería.

Nicholas se siente aliviado al escuchar sus palabras y le devuelve la sonrisa.

―Gracias por entender, Antonella. Me siento mucho mejor ahora que lo hemos hablado. ―Dice él sinceramente.

Antonella le da un apretón cálido a la mano del fotógrafo y le dice:

―Siempre estaré aquí para escucharte, Nicholas. Somos amigos y eso es lo más importante.

Nicholas se siente agradecido por tener una amiga como Antonella y sabe que siempre podrá contar con ella. Mientras tomaban sus bebidas, hablaban sobre lo emocionante que era estar en una época diferente y lo mucho que estaban aprendiendo de ella.

Mientras tanto, en un par de mesas atrás, dos hombres misteriosos los observaban desde que ellos entraron al café, tomando nota de cada uno de sus movimientos y conversaciones que ellos alcanzan escuchar. Parecían estar interesados en ellos por alguna razón desconocida, y Nicholas y Antonella no tenían idea de lo que les esperaba en esa ciudad extraña y fascinante.

Nicholas se percata como esos hombres los estaba observando a ellos dos, asume que debe ser por sus vestimentas fuera de la época o por algo más el vuelve a fijar su vista en Antonella.

―Antonella… creo que deberíamos ir a conseguir prendas de esta época para mezclarnos con las personas de aquí. ―Le empieza a decir en voz baja para que los sujetos ya no escuchen lo que ambos hablan. ―Me he fijado que desde que nos bajamos de la estación hasta que llegamos a esta calle, las personas se nos han quedado observando extrañados y curiosos. ―Le dice susurrándole, mientras finge tomarle las manos y sonriéndole como si ser trataran de una pareja de novios.

Antonella al principio ante el gesto se sonroja y su corazón se emociona, pero al escuchar lo que decía el joven fotógrafo de Milán, ella se percata que tiene razón.

―Y en especial esos dos hombres que están en la otra mesa detrás de ti… ―Le dice en el manteniendo su sonrisa mientras habla sobre ella. ―No voltees.. ―Le dice el con cautela cuándo ve que Antonella iba a mover su rostro hacia atrás. ―¿Porqué no vamos a comprarte unas flores mi querida Tony? ―Le pregunta en voz alta para que esos tipos se desconcierte y crean que son una simple pareja de novios. ―Te compraré tus flores favoritas para que le lleves a tu abuela. ―Le dice con una sonrisa fingida mientras se levanta de su asiento esperando que Antonella le siga la actuación, para desviar la atención de esos dos sujetos detrás de su mesa.

Antonella asiente con la cabeza, entendiendo la estrategia de Nicholas. Se levanta de su asiento y lo sigue hacia la puerta del café, tratando de mantener la compostura mientras caminan hacia una floristería cercana. Nicholas compra un ramo de flores y se lo ofrece a Antonella, quien agradece el gesto con una sonrisa y un rubor en las mejillas, olvidándose por un momento que eso es fingido con el propósito de confundir a esos hombres que los observan ahora desde la otra calle, ambos salen tomados de la mano de la floristería y caminan varias calles, Nicholas mira por el rabillo del ojo sobre su hombro y se percata que esos hombres les viene siguiendo con cautela pero una distancia considerable como acelerar el paso si ellos le siguen por unas calles más.

Mientras tanto, los hombres misteriosos los siguen a una distancia prudente, tratando de no llamar la atención. Nicholas y Antonella caminan por las calles de la ciudad, mezclándose con la gente y tratando de no destacar demasiado. Pero saben que están siendo vigilados y que algo extraño está sucediendo en esa ciudad.

¿Qué será lo que les espera a Nicholas y Antonella en su aventura en el tiempo?

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