Juliana se quedó en silencio por un momento. Estaba parada en la puerta, indecisa, ya que la mirada del hombre era demasiado intensa. Parecía que si no le daba una respuesta satisfactoria, él probablemente no se iría.
Con los labios apretados, alzó la mirada y dijo:
—Ambos necesitamos calmarnos. En