Al escuchar lo que dijo Santiago, Juliana se puso rígida e incluso se le quedó un poco pálida la cara.
«¿Cómo lo sabe?»
Sin esperar a que Juliana reaccionara, Santiago se había acercado a ella y dijo: —Señorita Román, me tratas como un tonto, ¿pero has pensado que no soy ciego?
Juliana se mordió el