El ruido hizo que Santiago se pausó. Su aire se convirtió en frio, y se le quitó la pereza.
Él volvió la cabeza y miró a Juliana que parecía inocente, con el cabello desordenado, mordiendo despacio la comida y parpadeando con sus ojos oscuros.
Ignorando el ruido exterior, Santiago quitó el tazón y l