—¿Qué has dicho?
El hombre, con sus dedos regordetes, agarró la barbilla de Frida, obligándola a levantar la cabeza y mirarlo a los ojos.
—¿No es verdad que llevabas mi hija y te casaste con ese inútil de la familia Garza? ¿Cómo podrías atenderme, eh?
—¿Qué otra opción tenía en ese momento?
Frida ca