Emiliano se detuvo al oír la voz.
Luego, levantó la mirada, sus ojos inexpresivamente fijos en Sergio.
Sergio se sentía incómodo bajo esa mirada:
—¿Qué? ¿Si tienes algo que decir, puedes simplemente decirlo, verdad?
Emiliano soltó una risa suave, dejando a un lado lo que estaba haciendo, y con una