— ¡Te lo advierto Emiro, las cosas pueden ponerse feas con Dionisio si descubro algún tipo de complicidad con María Elena! – El hombre se encontraba pegado a su sillón sin poder hablar o moverse ante el argumento de Alejandro — Necesito saber dónde está.
— Alejandro, estoy avergonzado, pero no tengo idea de lo que hablas, Dionisio se encuentra en su casa o quizás en cualquier cama, no lo sé – dijo nervioso.
— Entonces no creo que te importe si lo espero ¿no? – el hombre negó asustado.
— ¡Claro que no! – No era un hombre de amenazas, pero si Dionisio se encontraba detrás de esto lo iba a pagar — ¿Quieres tomar algo, un café por ejemplo? – asintió.
Emiro siempre ha sido un gran hombre, solo que su hij