Sin pensarlo ya ambos amantes de encontraban en un lago precioso, todo estaba iluminado por la luz de la luna y la castaña no podía parar de mirar todo lo que había a su alrededor
-¿te gusta? - pregunta adal pasando sus brazos por el vientre de Alana pegando su espalda a su duro pecho
-es precioso
-este lugar genera paz, pero ahora las cosas cambiaron
-¿porque? -adal le da la vuelta haciendo que queden cara a cara, adal levanta su mano acariciando el rostro de su amada, mientras está disfruta de su toque
-porque ahora eres tú la que me da paz, eres la que calma al demonio qué hay dentro de mi
-adal, tú no tienes ningún demonio sólo tienes una condición que puede ser tratada, pero eres un buen hombre
-tu siempre ves cosas buenas en mi
-es porque las tienes, deja de pensar lo contrario
-mate a una persona y por poco mató a otra - Alana lo mira soltando un suspiro, sabía que para adal la muerte de ese chico era algo doloroso, pero él debía sacar todo ese dolor
-cometiste un error