2. Problema

No ha terminado de ingerir su desayuno junto a su progenitora, cuando entra Mauro a la estancia quedándose en la entrada por respecto a su madre, que nunca ha aceptado que hable de negocios mientras están comiendo.

Adriano procura terminar pronto, evitando dejar sola a su madre mientras aún tiene comida en el plato. Al acabar, aleja el plato y toma el resto de su café.

—Estaré en el despacho —le informa una vez que termina con su desayuno— si necesitas algo, avísale a uno de los chicos.

—Ve tranquilo hijo, tomaré un poco de sol en el jardín —le dice con una sonrisa, que no logra llegar a sus ojos.

Se puso de pie y camina hacia ella dejando un beso en su frente y se va con Mauro al despacho, por su semblante puede deducir que no le trae buenas noticias.

—¿Qué ha pasado ahora? —le pregunta apenas cierra la puerta.

—Dos cadáveres llegaron a una construcción que está más abajo, no llegaron a tiempo para recogerlos antes de que otros lo vieran, la policía metropolitana estaba llegando en ese momento, al parecer el caso lo van a pasar al Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalística —le informa la delicada situación.

—Con que una construcción —coloca la mano derecha en su barbilla dando pequeños golpecitos con su dedo índice—, averigua de quién es y que los chicos recorran todo el lugar en caso de que otro traidor allá salido con el deslave —ordena, sabiendo que ahora tiene trabajo que hacer.

Aunque maneja gran parte de la policía y tiene a unos cuantos en el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) nunca falta el que se la da de correcto y justo, trayendo problemas innecesarios.

—Eso están haciendo antes de que lleguen los de investigación, el terreno afectado es grande y son pocos hombres —le explica, sabiendo que esto no es tarea sencilla para tan pocos hombres.

—No quiero excusas Mauro, quiero resultados —levanta la mirada hacia él— voy a llamar a nuestro informante para que empiece a trabajar, mientras te encargas de lo otro.  

Mauro sale enseguida de la oficina, desde un teléfono desechable que saca del cajón, llama al informante que tiene en el CICPC.

—Buenos días Israel, espero que estés bien. Necesito tu colaboración ¿podrías venir a visitarme? —le suelta de una, esperando una respuesta afirmativa.

—Buenos días señor, imagino que es por la situación del deslave y los dos cuerpos encontrados —habla bajito, casi en susurros.

—Eso es correcto —siempre le ha agradado ese hombre, no tiene que estar explicando nada, está siempre al tanto de lo que ocurre.

—Verifico la información y voy para allá —le indica nervioso, aunque trata de ocultarlo.

Cuelga la llamada y mientras espera, se prepara para ir a la empresa de envíos que ha heredado de su padre, junto con su hermano. Al principio no era algo que le gustaba hacer demasiado, lo suyo es el otro negocio, el clandestino, eso si es trabajo. Aunque esta empresa es primordial para el funcionamiento de la otra, ya que es el modo de enmascarar los negocios turbios.

Mientras preparan el carro, se dirige al jardín a despedirse de su madre, que se encuentra podando el rosal. Es lo que le ha ayudado a sobrellevar la depresión, el enemigo que la ronda de cerca.

—Mamá, me voy a la empresa, hay trabajo importante que necesito encargarme —deja un beso en su frente.

—Mucho cuidado con la lluvia, regresa temprano —le pide con una tierna mirada.

Sale de la casa, sube a su carro y se dirige a la empresa. Debido a la lluvia, la vía está un poco congestionada, hay calles cerradas por lo que les toca tomar varios desvíos hasta que al fin llegan a su destino.

En cuanto entra al edificio, los empleados lo saludan, las mujeres lo ven como si quisiera comérselo, lejos de molestarlo, le divierte. Adriano es un hombre de un metro noventa, cabello negro, ojos café y tes blanca, por lo que lo hace muy llamativo a las chicas. Siempre ha disfrutado la atencion del sexo opuesto y más si estan dispuestas a pasar un buen rato.

En cuanto entra a su oficina, su secretaria le informa los pendientes del día y luego se pone a revisar las finanzas de la empresa. Debido al embarazo de Kendra y los otros negocios de Leonardo, casi no le da tiempo de ayudarlo con esto, por lo que tiene que lidiar solo con toda la responsabilidad.

Media hora después, tocan a la puerta haciendo que levante la vista de los documentos que tiene frente de él, entra Mauro.

—Señor, Israel ha llegado —le informa como es costumbre.

—Que pase, lo estoy esperando —detiene lo que está haciendo, colocando los documentos a un lado.

Mauro abre un poco más la puerta y por ella entra Israel, ve a todos lados con un poco de nervios aunque lo trate de ocultar, el miedo lo puedo oler a kilómetros de distancia. Es relativamente nuevo en su equipo de trabajo, espera que esos nervios se le pasen pronto, Adriano no suele tener paciencia con hombres miedoso.

—Pasa, no seas tímido, no muerdo —bromea con él para que libere un poco la tensión.

Mauro le indica dónde debe sentarse, este lo hace entregando un sobre, el cual abre enseguida. 

—Ese es el equipo encargado de resolver esta investigación. La jefa a cargo es nueva, acaba de integrarse a la unidad de aquí de Caracas. No la conozco, pero sí se dé algo le comunicó enseguida —le informa lo poco que sabe sobre ella.

Revisa los expedientes de cada uno, el último es de Eliza González, la encargada de liderar la investigación, se queda enganchado con la foto de esta mujer, sus ojos son cristalinos, puros e inocentes ¿Qué hace una mujer como ella trabajando de esto? se pregunta intrigado, no por el hecho de que sea mujer sino por lo que esa chica es capaz de transmitir con su mirada.

—Gracias por tu colaboración una vez más.

Saca un sobre con dinero y se lo pasa a su informante. Este sale enseguida, despavorido.

—Envía una donación para los afectados del deslave, también averigua si los damnificados necesitan refugio y encargate de eso —le pide a Mauro, para que gestione las labores de caridad.

—Enseguida señor.

"Eliza Gonzalez ¿que hace una chica como tu en un lugar así?  creo que tenemos que conocernos pronto".

La estrategia de la empresa es que esta sirva de camuflaje, justifique los ingresos y le permita tener una buena imagen ante la sociedad, por medio de ayudas humanitarias, políticas, entre otras. Tiene la suerte de haber heredado el carisma de su padre, por lo que le resulta sumamente fácil ganarse la confianza de las personas.

Vuelve a ver la foto de Eliza, sintiendo que algo desconocido se remueve en su interior, algo que nunca le había pasado y le resulta completamente desconocido, no le hace mucho caso, ignorando por completo el peligro que solo una foto le genera, sin saber que, tener a esa mujer frente a él sea un riesgo que lamentaría más adelante.

Mete la foto dentro del sobre, en un modo de enjaular lo que ha despertado, metiéndose nuevamente entre los papeles que consultaba antes de ser interrumpido por su informante. De a momentos su vista se desvía al lugar donde se encuentra oculta la foto, sintiéndose inquieto, una necesidad imperiosa de hacer algo al respecto.

Adriano no sabe que hasta el Peligro tiene su sabor, uno tan amargo como el café Robusta, que solo unos pocos quedan cuerdos después de probarlo, logrando adaptarse y hasta llegar a disfrutarlo ¿será ese el caso de Adriano Silva?

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