Capítulo 114
Sofía y Antonio se retiraron, dejando a Sabrina y Francisco solos en la habitación.

Francisco bajó la mirada y acarició suavemente el rostro pálido de la mujer entre sus brazos, eliminando el sudor de su frente.

Sus ojos oscuros reflejaban culpa, remordimiento y arrepentimiento.

— Sabrina, ¿cómo te sientes? ¿Aliviaste un poco?

Ella se apoyó débilmente en su hombro y respondió:

— Francisco, me duele mucho…

«Estaba al borde del dolor.»

«Realmente duele mucho.»

«Es tan tortuoso.»

— ¿En qué parte del cuerpo te duele? Sabrina, dime.

Un atisbo de pánico brilló en los ojos de Francisco. Aflojó el brazo que la rodeaba por la cintura.

Sabrina abrió la boca, pero no pronunció ninguna palabra.

— Sabrina...

Verla sufrir le destrozó el corazón, sintiéndose como si este estuviera a punto de despedazarse.

Con dificultad, Sabrina se volteó hacia Francisco, temblando, agarró su cuello con las manos y enterró la cabeza en su cuello como si estuviera agotada.

— Has... estado bebiendo.

Había
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