Capítulo 5: Frente a frente

Draco

Tanto tiempo ha pasado desde la última vez que estuvimos juntos en un mismo espacio. Bastaba verla a ella, con su sonrisa, para que, hasta los días más turbios para mí, se aclararan. Ten alegre y positiva desde niña. Todos los días de mi vida doy gracias por verme entrometido cuando desde lejos vi a aquellos niños hacer llorar aquella niña con motonetas. Solo alejarlos e irme, pero cuando me miró con aquellos ojos grandes llenos de rebeldía algo dentro de mí se activó y fue como si algo me impulsara a prometerme que nadie la volvería a molestar; yo sería su protector. Pasó el tiempo y seguimos encontrándonos, ella, con su sonrisa, no le interesaba dónde o cómo o con quién estuviera, llegaba como dueña de todo y se apoderaba de mi atención…

Sonrío de lado rememorando todos esos momentos, mientras camino a la sede central de la compañía con la cual haré negocios. No voy a mentirme, me encuentro nervioso porque después de siete años y de tantas veces mirarla a escondidas, la volveré a tener frente a frente. Hoy nos daremos cuenta de lo mucho que hemos cambiado, tanto ella como yo.

—¿Estás preparado? —me pregunta el padre de Amelia, Roger Rodríguez el hombre que al que le debo mucho.

—¿Usted qué cree? — le pregunté de vuelta y el sonríe de forma burlona

—Creo que cuando se entere nos matará — le doy toda la razón, afirmando con mi cabeza — Amelia he cambiado mucho Draco, se ha convertido en una mujer fría y distante, dominante. La partida y la muerte de Flor destruyó algo dentro de ella

—Yo no… — comienzo a hablar, pero me callo cuando me hace un gesto.

— Tengo conocimiento suficiente de lo que pasó, De lo contrario no permitiría que estuvieras cerca de ella todo este tiempo. — se recuesta al respaldo de su silla. —También está el caso de que no quiero a Eduardo del Monte para mi hija.

Al escuchar ese nombre trago en seco debido a la inquina que siento por ese hombre que se ha atrevido a rosar su piel.

 Un toque en la puerta hace que ambos nos miremos, sabemos que es ella, afirmo con la cabeza y Roger la hace pasar.

Ahí estaba, de pie mirándome con clara sorpresa en su rostro y cierto odio cuando me reconoce, lo cual hace que mi corazón duela.

—Draco — es la única palabra que deja salir de sus labios.

—Amelia — le digo en respuesta haciendo un gran esfuerzo por controlar la sobredosis de adrenalina que por mi cuerpo está circulando en estos momentos.

Ella entra y se sienta a un lado, pero intentando no verme, lo cual me causa molestia y a la vez algo de gracia. Esto me hace recordar cuando se molestaba conmigo y me ignoraba. Al percatarme de que casi sonrío. Me aguanto y me concentro en lo que está pasando.

—Entiendo lo que me quieres decir padre, solo conteste una sola cosa ¿Qué hace Draco aquí? — pregunta de forma directa y sé que aquí comienza en verdad los problemas. Me acomodo en mi puesto y miro en dirección a Roguer, es a él a quien le toca hablar.

—De eso quería hablarte, necesito que vallas al grupo empresarial en el que Draco es CEO y le des una mano con uno de los proyectos nuevos. —

—¿Y si me niego? — pregunta luego de unos segundos en silencio.

— Draco — me llama Roger — Cuando salgas a tu mano derecha queda la oficina de Amelia, espérale allí, en un momento estará contigo.

—De acuerdo. Con permiso. —respondo simplemente y me marcho al lugar que me у me dijeron que fuera.

Entro y me fijo en la decoración, algo muy ella, agradable. Me siento en uno de los muebles y paso la mano por la frente, siento punzadas de dolor en mi cabeza. Este corto encuentro ha desgastado mis fuerzas. Tanto tiempo mirándola desde lejos preguntándonos el por qué de lo que nos pasó; éramos tan felices juntos.

La poca interacción que tuve con Amelia en su oficina me dejó bien claro una cosa, está muy resentida y lo mínimo que quiere es tener que estar en el mismo lugar que yo…

Cada minuto que pasa, más se acerca el momento del compromiso de Amelia. El solo pensarlo puede sentir dolor; su mirada de desprecio hacia mi persona es como espadas que van directamente a alma. Sigo pensando positivas, pero a la vez cosas algunas negativas, cuando un toque me saca de mi ensoñación.

—Pase — digo sentándome de forma correcta.

—Buenos días. — la saludo, cuando la veo toda reluciente en mi puerta.

—Buenos días. — es su simple respuesta.

Entre nosotros solo hubo intercambio de palabras sobre la empresa y los negocios, fuera de eso lo único que existió fue momentos de silencios, los cuales los ocupé haciendo lo que he hecho durante mucho tiempo desde lejos, mirarla, observar como se ha convertido en la mujer que hoy.

—Ya me marcho. — su voz me hizo salir del mundo en el que estaba sumergido con su compañía.

—De acuerdo, que descanses. — y no puedo ocultar el desagrado de estas palabras en mi rostro ni en mi voz.

—Igualmente. — se despide en voz baja antes de dar media vuelta e irse sin mirar atrás.

El sonido de mi celular no deja que piense mucho en la despedida de Amelia, lo tomo en mis manos y veo que es Rodrigo.

—Buenas desaparecido. — le digo nada más que descuelgo la llamada logrando como resultado hacerlo reír.

—Ya estoy de vuelta. — son sus simples palabras.

—Ya era hora. — me acomodo y doy vueltas en mi silla. — Te invito a salir mañana. —

—Claro, pero que te quede claro, mi corazón no está ocupado, pero me niego a hacer pareja contigo. — pongo mis ojos en blancos.

—Tranquilo, todavía no siento nada por ti. — le respondo con burla y lo siento suspirar de forma dramática.

Ese es mi amigo, alegre y algo dramático, pero todo un insoportable con los desconocidos.

—Dime la hora y el lugar. —

—Te las envío en un momento por mensaje, estate al pendiente. —

—De acuerdo, ahora si me permite, tengo cosas que hacer. —

—Piérdete, nos vemos mañana. —

Al día siguiente.

Hoy es uno de los peores días de mi vida, me encuentro en casa de Amelia como invitado especial a su compromiso con ese mequetrefe de Eduardo. Es inútil esto que estoy haciendo, lo sé, pero algo me impulsa a luchar por esto, si no lo hago el arrepentimiento me matará.

—Una copa para el hombre más guapo en todo este lugar. — escucho que me dicen y cuando me volteo, veo a una mujer sumamente hermosa.

—Si es de parte de usted, no puedo negarme. Su hermosura me obliga. — le respondo mientras tomo la copa que me brinda.

—Es usted todo un sinvergüenza. —

—Y usted toda una coqueta. — al escucharme ríe a carcajada, haciéndome reír también.

—Bueno, que se le puede decir. — se encoje de hombros como restándole importancia. —  Me enseñaron desde niña. —

—Has crecido mucho Anabel. — le digo en forma de reconocimiento.

—Y tú te has puesto mucho más guapo que antes. — me dice en forma de coqueteo y yo niego con la cabeza. —¿Viniste a decir el yo me opongo? Si me lo pides, a cambio de un favor, te puedo ayudar a que robes a la novia. — dice como en forma de secreto y eso me hace reír.

—Traviesa. — con la mano que tengo libre le remuevo el cabello y eso la molesta.

—Idiota, no me riegues el peinado. — se queja y eso me hace reír mientras ella se acomoda los mechones sueltos.

—Creí que era guapo. —

—Eres un idiota guapo. — me sonríe y me hace seña con uno de sus ojos, lo cual nos hace reír a ambos.

Este momento me hace recordar lo mucho que ha pasado el tiempo. Cuando me marché Ana era una niña y ahora se muestra ante mi como toda una mujer, hermosa. Seguro ha de haber roto unos cuantos corazones y en esta fiesta muchos darían cualquier cosa por tener la oportunidad de hablar con ella.

Luego de terminar de hablar con Ana y presentar a Rodrigo a Roguer, decido ir a la cocina por un poco de agua, una excusa muy pobre cuando fácilmente puedo conseguir el agua de un mesero. La verdad es que quiero alejarme de la aglomeración de personas que solo saben hablar del idiota de Eduardo, de la suerte que tiene.

La decisión de escapar no fue mala, ya que entrando a la cocina me encuentro con el amor de mi vida muy agitada y nerviosa. La miro por unos segundos y es que la verdad se ve hermosa, mucho más hermosa que antes.

—No te estás casando, así que no deberías de tener nervios de novia. — le digo para llamar su atención.

—¿Qué haces aquí? — me pregunta sorprendida.

—Tu padre me invitó. —

—Sabes a lo que me refiero. —

Me acomodo en la puerta antes de tomarme el tiempo para contestarle.

—Siempre en contra de las etiquetas, es bueno saber que eso no lo has cambiado. — me recuerda cuando ve mi forma de vestir, eso me hace sonreír, por lo menos no me ha olvidado, por lo menos no del todo…

—Y tú siempre tan honesta, lo único que no me agrada es que te hayas vuelto tan conformista. La Amelia que yo conocía no se conformaba con tan poco. — le replico porque odio verla así de nerviosa y más cuando sé que la razón es otro hombre.

—La Amelia que conocías murió cuando la abandonaste. — Al escucharla sus palabras van directo a mi interior.

—Te esperan afuera. — son mis últimas palabras antes de darle la espalda e irme, no quiero seguir escuchando sus reclamos.

Estaba todo tranquilo hasta que ella llega y se presenta, todo es sonrisa y felicitaciones. Por mi parte estoy en un punto donde me arrepiento de haber venido.

—Podemos irnos si es lo que quieres. — me dice Rodrigo.

—No, quiero ver el final de todo. —

—Entonces quita esa cara, parece que quieres matar al novio. — me recrimina.

—Es que parece que quiera, es lo que en verdad quiero. — y lo escucho reír.

El muy maldito se burla de lo mal que lo estoy pasando en estos momentos.

Estoy tan distraído en mis pensamientos y en las palabras que me está diciendo Roguer que me asusto un poco cuando Ana llega hasta mi con cara de susto.

—¿Qué pasó? —

—Ame, no quiere seguir con el compromiso. — esas fueron las palabras que alumbraron todo mi interior. —Necesito tu ayuda. Ella te necesita. — me dice.

Le sostengo su mirada y paso mi mano por el cabello en forma de desesperación, esto va a ser una locura. No para mí, que conste…

Visualizo al motivo de mi malestar toda la noche y sin pensarlo mucho voy hacia él que se encuentra solo tomando una copa. Tropiezo con él y por el temperamento que tiene me recrimina.

—¿Estás ciego? —

—No vez por dónde camina. — son mis palabras de respuesta. — Idiota. Es una pena que una mujer tan sensual como lo es MI Amelia termine con un tipo tan estúpido como tú. —

Lo miro ponerse rojo de la furia y yo me sonrío, la cual se me va por el puñetazo que me da en la cara. Se ve débil, pero da buenos golpes. Bueno después de ese golpe todo se vuelve una locura cuando comenzamos a pegarnos. Ya en el suelo, siento como nos separan.

Arreglo mi ropa y trato de acomodar mi cabello, doy media vuelta intentando ignorar los gritos de la vieja María. Mi mirada capta a la razón por la que estoy así y sonrío cuando paso por su lado.

—Disculpe los inconvenientes. —

En un final no me arrepiento de haber venido, sabía que no era una pérdida de tiempo. Ahora solo queda ir tras lo que es mío…

—¿Estás feliz? — pregunta mi amigo y solo puedo sonreír.

—Más de lo que te imaginas. —

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