La mañana había sido muy intensa para la mujer policía. Estaba desmayada cuando uno de sus compañeros la miraba desde su altura. Ella está tendida en el piso.
— ¿Qué haces aquí? — le preguntó él de mala manera.
Ella frunció el ceño disgustada. Al parecer había caído en una trampa y lo peor de todo por ella misma.
—Esto es una equivocación! — dijo mientras fue levantada y esposada como a una delincuente — ¡Esto es una trampa de Marcos Cardona!
No importaron sus gritos o súplicas. Y así esposada fue regañada y suspendida por su jefe, el hombre que ella más admiraba en esa sección policial.
Apretó la boca al evocar aquellos recuerdos que la martirizaron e hizo una promesa así misma.
— ¡No voy a olvidar esta maldita humillación Marcos Cardo