Punto de vista de Manuel
La atmósfera en la enfermería de la manada era tensa, cargada de una mezcla de anticipación y preocupación. Mis pasos se sentían pesados mientras caminaba hacia la puerta, con el corazón martillando en mi pecho. Florida estaba de parto y no podía librarme de la sensación de impotencia que me carcomía.
Habían pasado horas desde que llevaron a Florida a la enfermería. Su parto se había adelantado, sin duda provocado por el estrés y la agitación que nos habían atormentado recientemente. Cada minuto que pasaba parecía una eternidad y no podía librarme del miedo persistente de que algo pudiera salir mal.
Dejé de caminar y miré hacia la puerta cerrada. Las voces apagadas de los curanderos que estaban dentro llegaron a mis oídos, pero no pude distinguir ninguna palabra distinta. La espera fue insoportable, la incertidumbre me carcomía.
Finalmente, la puerta se abrió con un chirrido y una de las curanderas salió, con una expresión que era una mezcla de cansancio y ali