Diego casi se dejó influenciar por la sonrisa frente a él, pero la razón lo arrastró de vuelta a la realidad.
Frunció el ceño, con una expresión un tanto desagradable, y dijo: —Clara, ¿qué truco estás tramando?
Clara habló seriamente: —No estoy tramando ningún truco, solo quiero decirte que solo te necesito acompañarme durante tres meses. Después de tres meses, no me importará si te casas con Yolanda o tienes hijos. No volveré a intervenir.
En ese momento, debería estar acercándose al final de su vida, y encontraría un lugar solitario para pasar sus últimos días.
Diego notó la seriedad en sus ojos y realmente era cada vez más difícil entender a Clara. Había pensado que después de que los dos fueran directos y hablaran de todos, ella lo odiaría más, pero sorprendentemente, ella había tomado esta decisión.
Diego lo miró fríamente y preguntó: —¿Y si no acepto?
—Entonces, nunca firmaré el divorcio. Puedo esperar, pero me temo que tu amante y tu bebé no podrán soportar.
Clara frunció el ceñ