Ella lo reprendió con una expresión seria en su rostro, aparentando seriedad, pero en realidad estaba tramando cómo acercarse aún más a Ezequiel.
Después de todo, en estos diez días no había tenido acceso a ninguna información clave, y si no actuaba con iniciativa, el tiempo se le escaparía.
—Bueno, si no confías en mí, puedes hacer que alguien me vigile.
—No hay motivos para desconfiar. Si quieres matarme, solo tienes que apuñalarme en un punto vital —dijo Ezequiel con indiferencia—. Así que así será.
Él se encontró con la sonrisa en la comisura de los labios de Clara y preguntó: —¿Realmente quieres prepararme la medicina?
—Por supuesto, eres mi paciente. Cuanto antes te cure, antes podré irme.
Estas palabras fueron como un jarro de agua fría que le cayó en la cabeza. Ezequiel pensó que ella estaba más entusiasmada en este encuentro, pero resultó que estaba ansiosa por irse.
—¿Extrañas a tu hombre?
A Clara le vinieron a la mente las imágenes de separarse de Diego anteriormente. Aunque