Ese día fue la primera vez que entraste a mi casa y todo aquello fue una locura. En realidad, tú lo hacías así. Aquel día tú confesaste tu verdad; una que no querías aceptar y que te dolía. Aquel día hicimos un trato; uno que probablemente cambiaría las cosas.
***
Sentir sus pasos detrás de mí me pone nerviosa. Abro la puerta y al entrar sus brazos rodean mi cintura haciendo que su cuerpo quede pegado al mío. Siento sus perfectos músculos sobre mí y su intimidad roza con mis glúteos.
―¿Vives sola aquí?― Me pregunta al oído y el sonido de su voz provoca una corriente eléctrica en todo mi cuerpo.
―Sí. ―Me limito a responder y con é