Narrador:
—Ve a tu habitación y no salgas hasta que yo lo diga, ¿entendido?
Ella asintió.
Nicolás respiró hondo y con aire de superioridad entró en la enorme sala, donde tres de sus socios y Alejandro lo esperaban.
Con una falsa sonrisa y un entusiasmo sobreactuado les dio la bienvenida.
—¡Al fin se dignan a venir! —fingió normalidad. —¡Arlet!
La muchacha no tardó en hacer presencia, Nico podía engañar a los que estaban presentes, pero no a ella, que lo conocía bastante bien.
—¡Toda la maldita semana preparando la fiesta, y no veo copas ni chicas por ningún lado!
Arlet, la que acostumbraba a ser el alma de la fiesta, solo se quedó mirándolo.
—Alejandro, dijo que no había nada que celebrar.
—¡Está es mi casa! Y si digo que hay fiesta, es que la va a ver.
—Vengo a llevarme a Cassy, Nico. No tengo nada que celebrar contigo.
Nico negó caminando de un lado a otro.
En seguida las chicas desfilar