—Señorita, por favor déjenos trabajar— Me pide el paramédico mientras atienden a Bautista en la ambulancia.
—¡Por favor... sálvenlo!— Le grito desesperada. 《No puedo verlo así, esta inconsciente y sangrando.》
—Déjenos trabajar.— Me repiten.
Me aparto de al lado de Bautista sin poder dejar de llorar y solo observo cómo le colocan suero y una máscara de oxigeno, 《¿tan mal esta?》 La angustia me está matando, no le puede pasar nada... lo necesito a mi lado, yo no puedo seguir adelante sin él, es mi vida.
—Señorita, ¿se siente usted bien?— Me pregunta uno de los paramédicos —Está muy pálida.—
—Estoy bien... solo ayúdelo a él.— Le respondo con desesperación.
—Usted no está bien.— Dice mirándome fijamente.
&m