Capítulo 5

Rodrigo De la Sierra

Sabía que Jazmín me iba a llamar o a enviar un mensaje, eso lo tenía claro, ella estaba loca por mí o eso era lo que me había dicho Dora, aparte de lo que yo ya había notado en las clases de literatura, cuando ella se me quedaba viendo o me sonreía. La chica no estaba nada mal, estaba preciosa y no iba a ser ningún sacrificio para mí, tener algo con una mujer como ella, pero al recibir ese mensaje de saludo que ella me envió, me invadió un poco la culpa.

–Rodrigo, estás muy disperso – Dijo mi esposa Sandra – Te recuerdo que hoy por la noche, vamos a cenar con mis padres.

Ahora si tenía que hacer uso de la excusa que me había inventado de las clases extras que iba a dar en la universidad, así poder salir sin dar ningún tipo de explicaciones, ahora que Jazmín ya me había mandado el mensaje que estaba esperando.

–Lo siento, amor. Hoy no puedo, tengo que dar una clase extra por la tarde en la Universidad y no alcanzo a llegar aquí a tiempo para encontrarme con mis suegros – Me excusé – Para compensar esto, diles que nosotros les caemos el fin de semana y los llevamos a comer, yo invitaré.

No iba a dejar pasar esta primera oportunidad de salir con Jazmín, tenía que llevar a cabo mi plan desde ya. Dora tenía que ver resultados y este era un buen primer paso, hoy mismo saldría con su sobrina.

–Gracias mi amor, yo les diré y siento mucho haber olvidado que has tomado clases extras para poder pagar el parto de nuestro bebé. Te amo, por todo lo que haces por nosotros.

No le podía decir a nadie de este negocio que estaba haciendo con Dora, ya que no quería involucrar a nadie de esto por el momento, no quería que se echara a perder, era demasiado dinero en juego.

–También te amo, te prometo que si salgo más temprano de la Universidad yo mismo, los alcanzaré a ti y a tus padres en dónde sea que vayan a ir a cenar.

–Claro, mi amor, no te preocupes. Estaremos aquí en la casa, ya sabes que estamos en la final del embarazo casi y que no salimos mucho.

–Mejor para mí, tengo una buena razón para llegar temprano a casa.

Mi matrimonio era uno muy normal como cualquier otro, solo que había un problema, no me había casado enamorado y creo que nunca lo estaré. Sandra es la mujer más buena que pude haber encontrado, pero no es la mujer que amo. De hecho, en toda mi vida, en mis 30 años, no ha habido una mujer a la que haya sentido amar, solo querer.

Quiero a Sandra y es la futura madre de mi hijo, pero no puedo decir que siento por ella un amor. Mi celular sonó y era un nuevo mensaje de Jazmín, yo no era muy de mensajes y preferí llamarla para quedar de vernos, más tarde. Ella tenía que decirme que sí, me retiré de donde estaba con Sandra para poder hacer esa llamada.

–Hola, hermosa – La saludé seductoramente – Lamento haberte llamado, pero no soy tanto de mandar tantos mensajes, entonces ¿Qué dices, sí salimos por ahí?

Tenía que sacarla de su zona de confort, lejos de donde vivía para que no tuviéramos ningún problema, Jazmín, tenía que caer desde el día de hoy, me la iba a jugar el todo por el todo.

–Hola, no te preocupes – Ella estaba demasiado nerviosa – Salgo a las 8 de la cafetería, ¿Dónde te queda bien a ti?

–Dónde tú me digas – Me puse a su disposición – Dependerá de lo que quieras hacer tú.

–Podemos ir a caminar, nos podríamos ver en la Universidad y de ahí vemos a dónde vamos ¿Te queda bien?

–Claro que sí, nos vemos ahí a las 8.30. Te estaré esperando, te mando un beso.

–Gracias.

Era el primer paso que tenía que dar, tener un acercamiento más intenso con ella y eso iba a hacer, este trabajo sería pan comido y Dora tendría que darme el dinero que me prometió, más pronto de lo que se imagina. Sentía mucho tener que mentir a Sandra, de mis supuestas clases extras que tenía que dar en la Universidad, pero tenía que justificar de alguna manera el dinero que estaba metiendo de más a la casa, para que no le cayera de raro a mi esposa cuando pagara todo lo del parto en un hospital privado y los gastos que haría después que naciera nuestro hijo.

Me di un baño y me puse otra ropa y después, me despedí de mi esposa y me salí de casa, me fui a dar una vuelta por las calles de Guanajuato sin rumbo, hasta que llegó la hora de ir a esperar a Jazmín fuera de la Universidad, eran las 8.30 y ella no estaba y esperé por varios minutos hasta que mi mirada la encontró caminando despacio hacia mí.

–Hola, Jazmín – La saludé de beso en la mejilla – Te ves hermosa.

Dora me había dicho que su sobrina tenía muy baja autoestima, no le veía por qué si era una chica muy bonita, pero yo la haría sentir por las nubes que se sintiera querida por mí.

–Hola, profesor – Respondió con timidez – No sé muy bien, lo que hago aquí.

–Yo sí lo sé – Tomé su mano con astucia – Lo mismo que yo, has venido a ver lo que puede salir de aquí, ¿Quieres ir a tomar un trago?

Quería ir rompiendo el hielo, se notaba que esta chica nunca había tenido novio, con esto estoy corroborando lo que ya me había platicado Dora de su sobrina, era una chica muy inexperta.

–No tomo alcohol, pero muchas gracias. Pensaba en ir a caminar y comprar un café, lo que suena tonto porque yo trabajo en una cafetería, pero…

–Es perfecto, se me antojó un café a mí también – Dije empáticamente – Solo que justamente por eso que trabajas en una cafetería, no lo sugerí. Pensé que estarías harta del café.

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