Emilia se enfureció:
—¿Saben quién soy? ¿Cómo se atreven a impedirme el paso? Les advierto que soy una gran estrella...—Pero, recordando su situación actual, cambió de tono: —Tengo una cita con la señorita Beatriz de su familia, déjenme pasar inmediatamente.
Los guardias de seguridad de los Navarro respondieron con cortesía:
—Lo siento, señorita, pero la señora de la casa ha indicado que no recibirá visitas. Sin su permiso, nadie puede entrar a la propiedad de los Navarro.
—¡Pero es urgente! —insistió Emilia.
—Entonces llame a la señora y si ella da permiso, por supuesto que no la detendremos.
Furiosa, Emilia sacó su teléfono y llamó a Beatriz. Pronto, Beatriz salió corriendo de la villa, con una expresión de disculpa:
—Lo siento mucho, Emilia. Acabo de enterarme de la orden de mi abuela.
Emilia, aún enojada, replicó:
—¿Qué pasa? ¿Ya no quieren vender? ¿O es que tú quieres quedarte con el Radiantix? Te advierto, Beatriz, lo más importante en el mundo del espectáculo son lo