Al ver la expresión fría en el rostro de Clara, la ira de Felipe se desvaneció casi por completo al instante. Frunciendo el ceño, le preguntó:
—¿Por qué no has dicho nada? ¿Te molesté?
Clara no le dirigió ni una mirada, lo empujó y salió del baño.
Felipe la agarró por el brazo.
—¿Te quedaste sin habla? ¿En qué te he molestado? ¡Dime qué pasa!
Clara frunció el ceño, se liberó de su agarre y se dirigió al vestidor.
Felipe se quedó sin opciones.
Minutos después, Clara salió del vestidor. Había cambiado a un conjunto deportivo ágil y se dirigió hacia la puerta sin mirar a Felipe.
—¡Clara!— Felipe la llamó nuevamente, pero ella seguía ignorándolo.
Sin siquiera lavarse, Felipe la siguió bajando las escaleras.
Regina notó que algo andaba mal entre los dos y decidió no decir nada. Sirvió el desayuno en silencio.
Clara desayunó, se despidió de Regina y salió.
Durante todo el tiempo, no pronunció ni una palabra a Felipe.
Sentado en la mesa del comedor, Felipe no tocó su desayuno. O