Mientras tanto, Felipe y Clara regresaron a casa en coche, sin dirigirse la palabra en todo el trayecto. La discusión comenzó tan pronto como llegaron a casa.
Felipe insistía en que Clara había salido esta noche en una cita con Emiliano.
Clara lo insultó, llamándolo un enfermo mental, y luego le preguntó a Felipe por qué tenía derecho a intervenir en sus asuntos.
Felipe no pudo justificar sus acusaciones, pero insistió en que no permitiría que Clara y Emiliano tuvieran más contacto.
Clara, enojada, corrió a la habitación y sacó el contrato de matrimonio, arrojándolo frente a Felipe.
—¡Míralo tú mismo! Está escrito en blanco y negro, sin interferencias en los asuntos privados del otro. Lo he dicho cien veces, incluso si no hay nada entre Emiliano y yo, ¿qué te importa?
Felipe, mirando el contrato de matrimonio, se enfureció tanto que quiso rasgarlo.
Sintiéndose en falta, guardó silencio durante un buen rato antes de decir con enojo:
—¿Me engañas? ¿Estás jugando a dos bandas?
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