En este momento, Felipe guardó su teléfono y soltó un suspiro silencioso.
Estaba ansioso por ver a Ania lo antes posible, y escuchar que ella podría venir a Corrali en estos días lo tranquilizó.
En su subconsciente, ver a Ania significaba una posible cura para su insomnio.
Tomás seguía de pie a un lado, y al ver que Felipe colgó el teléfono, preguntó rápidamente:
— Señor, ¿cuándo vendrá la Doctora Jiménez? ¿Podemos tomar otro tipo de medicamentos mientras tanto?
Felipe dijo:
— No es necesario por ahora. Ella vendrá en estos días.
— ¿Ella no dijo la hora exacta? — preguntó Tomás impacientemente.
— Hacer favores lleva tiempo. — Felipe se recostó en el respaldo del sofá y se masajeó suavemente las sienes.
Diez minutos después, Clara bajó las escaleras vistiendo un traje.
Felipe la vio y entrecerró los ojos al instante.
Clara tenía una figura hermosa, que no se destacaba mucho cuando llevaba ropa holgada y casual. Pero ahora, con un ajustado traje de trabajo, destacaba especia