Clara ignoró a Natalia y se sentó en la mesa.
Natalia, siguiendo la corriente, se sentó frente a ella. Antes de que pudiera decir algo, Clara preguntó:
—¿Los Vargas no desayunan?
—¿Por qué preguntas así?
—¿Por qué vienes a mi casa a desayunar todos los días? ¿Te gusta el desayuno de mi casa o te gusta alguien de mi casa?
Natalia, una vez más, se sintió incómoda y se tocó ligeramente la comisura de los labios.
—Clara, realmente sabes hacer chistes, yo...
—¿Somos tan cercanas como para que haga chistes contigo?
Clara dejó a Natalia ruborizada con su comentario. Natalia mordió su labio inferior y, con precaución, preguntó:
—Clara, ¿tú y Felipe han discutido de nuevo?
—No, ¿por qué siempre esperas que discuta con Felipe? ¿Qué beneficio obtienes de nuestras peleas?
—No malinterpretes, es que vi a Felipe irse y parecía molesto. Tú también parecías un poco incómoda, así que solo pregunté.
—¿Preguntaste qué?
Natalia se quedó sin palabras ante la pregunta y respondió:
—Es solo q