En esa nuestra última noche en esa cabaña de ensueño, nos metimos con David al jacuzzi, para ver desde nuestra habitación las cascadas, la luna y las estrellas. A pesar de que estábamos muy bien yo lo notaba a él muy melancólico y algo distante, no sabía si preguntarle algo o no hacerlo, pero pudo más mi temor a que algo le estuviera molestando, que lo abracé dándole a entender que podía decirme lo que le ocurría.
- Itziar, ¿Qué pasara ma&ntild