CAPÍTULO CIENTO CUARENTA
—¡No sé! —exclamó Aiden alzando su voz y pasándose los dedos por su cabello desordenado—. ¡No sé Emily que haré con él! No tengo idea y ahora no quiero pensar en eso… pero lo que sí, tienes que tener claro, es que mañana mismo asistiré con los mellizos al registro civil de la ciudad, y les daré mi apellido. A ellos si los quiero en mi vida.
Emily sacudió la cabeza en negación, quiso refutar aquello, pero escuchó las voces de Marie y Ada acercándose hacia la habitación.
Ella recordó que no había visto a los mellizos desde la cena y se sintió una mala madre por no preguntar por ellos primero, ya que Ada y Elian debían ser su única prioridad, pero con lo confuso que estaba en su corazón, ella pensaba mil cosas a la vez.
—¿Los niños? —preguntó ella con un tinte de preocupación en su voz—. ¿Dónde están mis pequeños?
Aiden torció los labios y luego suspiró con pesadez.
—Ada esta con mi mamá y a Elian lo deje en su habitación, ya que se quedó dormido —contestó Aiden