Llevo a Amara hasta la enfermería del hotel, aterrado como la mierda, se había desmayado de la nada y teniendo en cuenta su historial médico, estaba preocupado, si era necesario tomar el primer vuelo de regreso a Nueva York lo haría sin dudarlo, tal vez fuera causa del estrés de estos dos días, y solo estaba exagerando las cosas, sea como sea, dos enfermeras y uno de los médicos de turno nos guian hacia un pequeño consultorio en el que me piden recostarla, pero cuando se acercan a examinarla, sus ojos se abren ligeramente, luciendo abrumada y confundida
— Amara — la llama el medico poniendo una luz en sus ojos —¿Puedes oírme? ¿Cómo te sientes?
Amara hace una mueca molesta ante la luz
— Estoy bien — asegura, pero suena algo agitada, parpadea un par de veces antes de intentar incorporarse
— ¿Comiste algo? — pregunt