Mundo ficciónIniciar sesiónLlegamos al ático después de un trayecto que pareció más largo de lo que realmente era. El chófer ayudó con las bolsas y yo bajé primero para coger la muleta en el coche. No quería que Diogo hiciera ningún esfuerzo. Cuando salió, le tendí la muleta, sujetándola bien firme.
— Toma, camina despacio — dije mientras le colocaba la tira en el brazo. — Nada de hacerse el héroe.
— ¿Solo por una semana, no? — preguntó, intentando disimular lo molesto que estaba.
— Solo una semana — confirmé, apoyando la mano en su espalda. — Y sin forzar la pierna. Si te pillo intentando hacerte el machito, te ato yo misma a la cama.
Él sol







