“A la memoria de Delirio mi perro, tenía la facultad de saludar con una afectuosa sonrisa mientras meneaba la cola, sus últimas sonrisas no tenían dientes, ya se había hecho viejo. Luego se perdió entre los arbustos sin retorno”
Nota preliminar
Creo en la inmortalidad de Kundera, la paranoia de McCarthy, en el espejo de Borjas y en Lucy ferviente amiga por las noches de insomnio y delirio, esas en las que saltan desde lo más ricondito de la conciencia luminosas pretenciones de proezas haciéndonos bailar al son del azar festejando las glorias futuras en el presente, allí donde me eclipsa el resplandor de su mirada.